1) El problema, ahora lo sabemos, ha estado mal enfocado desde el principio. No se trataba de autorizar la presencia de militares o seguridad privada a bordo de los atuneros que faenan en Somalía. Visto lo visto, la solución pasa por embarcar a unos cuantos pescadores en la fragata ‘Canarias’, a ver si entre escaramuza y escaramuza con los piratas, hallan ciertos momentos de tranquilidad para echar las redes a ratos y pescar como dios manda.

2) Mientras el Gobierno Vasco empeña todos sus esfuerzos en la búsqueda de otros caladeros -¿coladeros?- más confortables, desde la industria atunera se advierte de lo estéril del empeño por cuanto éstos no están ya disponibles por razones de cupo. 180 millones de euros de beneficios y 7.200 empleos aconsejan a la flota no alejarse del Índico. La desaparición de unos y otros abocaría a los arrantzales a buscar una improbable recolocación, quién sabe si en calidad de piratas somalíes. Por supuesto, en ‘The Alakrana: el musical’.

3) Con todas sus complicaciones, el caso del ‘Alakrana’ ha resultado paradigmático en cuanto a eso que se llama ‘suerte en la desgracia’. Así parece indicarlo la abundante literatura que el secuestro está generando a ritmo galopante en los últimos días. Sabemos que los asaltantes, por fortuna, militantes en el laicismo, se limitaron a arrojar por la borda la imagen de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros. “Si os coge otra banda con esta imagen, os matan a todos”, señalaron los piratas. Claro que si les coge otra más pía, lo mismo se la queda para piratear amparada bajo su protección, cabría añadir.

4) En los días que lleva encarcelado, Abdu Willy no ha perdido el tiempo. Su adaptación al país de acogida está ofreciendo unos resultados prodigiosos. Juventud -por determinar-, iniciativa -fuera de toda duda- y una mente abierta -qué remedio queda- son las claves de la única multiculturalidad que admite la España de ZP. Por lo demás, siempre hemos sabido que todo -la cárcel también- educa en valores. Y habría que ver cuáles son éstos. Por de pronto, y a pesar de no tener aún novia, el hombre, sobre el que pesan doscientos años de petición de condena, ya ha mostrado su intención de casarse en España, estimulado bien por el programa de Emma Garcia, bien por el ejemplo impagable de De Juana.