Bajo el lacónico título de “Fiestas para parejas liberales en San Sebastián-Donostia” y con el único añadido de un número de móvil y una dirección de email, alguien está anunciando en la prensa donostiarra lo que parece ser un paso más hacia la profesionalización de la orgía y su consagración como nueva modalidad de herri kirolak.

Porque en principio y a falta de más datos, no parece que se trate de un reclamo dirigido a los seguidores de Esperanza Aguirre en lo político o de Stuar Mill en lo económico. Antes bien, todo apunta a que estamos ante la enésima oportunidad de abandonar esa koxkera indolencia que nos ha hecho famosos en el mundo de las relaciones interpersonales.

En el terreno de las ideas, esta cita se inspira en las relaciones que desde tiempos ancestrales han venido manteniendo empresas constructoras y concejales de urbanismo. En términos prácticos, esto se traduce en contactos discretos, una pizca de dominación y sometimiento, apertura total, incluso de miras, e insaciable búsqueda de satisfacción para ambas partes.

Aún a riesgo de que todo esto acabe reuniendo exclusivamente a un puñado de líderes políticos de todo signo, hay que decir que los donostiarras estamos hechos que ni a propósito para conducir la iniciativa hacia su rotundo éxito, ni que decir tiene que siempre y cuando no termine imponiéndose el antiguo modelo de sociedad gastronómica que vetaba la entrada a las mujeres.

Estamos ante la versión I+D+I del tren txu-txu, otra ola de energía ciudadana, probablemente un nuevo eje-tractor y llegado el caso, por qué no, la definitiva idea-fuerza, ésta última, siempre con el consentimiento de las partes, por supuesto. Y en caso de que haya suficiente demanda, seguro que podremos contar con la inestimable participación de ‘la mano invisible del mercado’.