Como esos viejos matrimonios -de conveniencia, en este caso- aburridos de sí mismos y de sus problemáticos hijos que hundidos en el sofá y frente al televisor se preguntan ‘¿en qué hemos fallado?’, el Ayuntamiento donostiarra y la Diputación Foral de Gipuzkoa se han juntado para reflexionar.
El resultado es ‘Gipuzkoa Sarean’, un espejo con todas las prestaciones del photoshop que costará 900.000 euros a pagar en tres años y cuya primera entrega es una encuesta realizada entre 700 guipuzcoanos entre 18 y 70 años. Una característica de los tiempos de crisis es que donde termina la realidad, empieza la magia, igual que los límites de la medicina suelen abrir las puertas a los curanderos.
Los encuestados -y con ellos, el total de los guipuzcoanos- tienen un concepto realmente bajo de los partidos políticos, a pesar de que cada vez hay más, siendo todos ellos alimentadeos por nosotros. Aquí sería relativamente sencillo corregir la tendencia mediante una serie de medidas mayoritariamente aplaudidas, tales como las listas abiertas o el compromiso de respetar la candidatura más votada, pero como lo concreto es engorroso, se opta por hablar de los intangibles y otros duendecillos del bosque.
Curiosamente, de entre todas las instituciones, son los ayuntamientos los que más confianza despiertan entre la ciudadanía, a pesar de que los juzgados tienen pruebas de que o son los más propensos a la corrupción o los más vulnerables a las investigaciones policiales, bien es cierto que siempre lejos de nuestras latitudes.
Por lo demás, el estudio certifica una vez más que los ciudadanos aspiramos a que las instituciones encarnen todos esos valores que a nosotros, por su enorme peso, nos resultan imposibles de sobrellevar: transparencia, cercanía, solidaridad y hasta honradez, en un territorio que genera un fraude fiscal imposible de cuantificar y del que el año pasado se descubrió una pequeña parte: 335,7 millones de euros.
En general, la encuesta tiene el valor de los estudios de audiencias televisivas, en los que los programas más vistos suscitan a la vez el bochorno general de la población, mientras que los documentales de La 2 son tan apreciados como ignorados, todo ello debido quizás a un problema de baja autoestima social.
En cualquier caso, por su elevado interés -más psicológico que sociológico-, habrá que seguir de cerca las evoluciones de ‘Gipuzkoa Sarean’, siempre con la mente abierta y dispuestos a aclararnos si la solidaridad es un valor vasco en alza -con permiso de La Rioja y Cantabria- o si la competitividad es buena en las empresas, pero mala en los individuos o viceversa o qué.