“El caso es que estábamos en Radio María, echando unos ‘canutos’, y en esto que llama un oyente para interesarse por dos cuestiones teologales: a) ¿Cómo es posible que dios permita hecatombes como Munilla? y b) ¿Por qué siempre tienen que tocar a los países ricos los obispos de ese pelo?
Bien, son dos cuestiones diferentes en su enorme complejidad. Tras recordar ya hemos iniciado una segunda campaña de recogida de firmas en contra del nombramiento de Munilla, comenté que hemos de mirar más hacia fuera y menos a nuestro interior y que, en definitiva, hay cosas peores que el ex párroco de Zumarraga. De hecho, ahí están Rouco y monseñor XVI, don Benedicto.
Pues bien, hete aquí que a la mañana siguiente me desayuno con un titular en el que pone que considero que hay cosas peores que Munilla, algo totalmente fuera de contexto, lejos de un pensamiento verdaderamente compasivo. Antes que nada, perdono al periodista, sé que no ha actuado de mala fe. Ego te absorbo…
Lo que dije, siempre en el marco de una reflexión teológica de amplio espectro, es que no importa que nos haya tocado Munilla, que los caminos del señor son apenas carreteras comarcales y que si aquí nos tocado un obispo asi, ya nos podemos ir preparando porque eso no es nada ya que en el paraíso recibiremos ciento por uno. O sea.
En cuanto a la segunda cuestión, es decir, por qué razón siempre han de venir a las sociedades desarrolladas tipos como éste, la respuesta es bien sencilla: precisamente, por eso, para compensar”.