Por increíble que parezca, el sentir popular considera más probable que San Sebastián cuente antes con una nueva estación de autobuses –eléctricos, por supuesto– que con un nuevo alcalde.

Al menos, esto es lo que se desprende de los comentarios que depositan aquí y allá los ciudadanos más impacientes tras diecinueve años ininterrumpidos de Administración Elorza. Así, resulta abrumadora la mayoría de quejas que tras destacar cuán agotado y falto de ideas se encuentra el alcalde, le invitan a abandonar el cargo y, sobre todo, a renunciar a la posible reelección.

He aquí materia de reflexión para los partidos de la oposición, cuyas únicas posibilidades de triunfo electoral tras tan dilatado periodo odonista parecen cifrarse en que éste no concurra a los comicios.

Dejando a un lado  el hecho de que, tal y como Maialen Lujanbio podría certificar, la verdadera dicha del triunfo radica que conseguirlo frente a un campeón en activo, para qué engañarnos: insistir una y otra vez en lo exhausto que está el proyecto Odonista es un error en el que incurren con frecuencia los partidos de la oposición.

Además, contra ella conspira la, al menos en apariencia, frenética actividad del alcalde. Desde el punto de vista mediático, el resultado viene a ser el mismo desde hace diecinueve años: Elorza hace algunas cosas, perpetra otras y los demás le siguen con la lengua fuera.

Pronto irán apareciendo sus rivales del próximo año. Resultará conmovedor ver cómo los partidos despiden a sus candidatos con un fuerte abrazo antes de lanzarlos contra la pared.

En un rapto de humor sublime, algunos ya anuncian que: a) no piensan ‘quemar’ líderes emergentes en una batalla cuyos resultados se presumen algo menos que incicertos; y b) el objetivo es consolidar una alternativa a Elorza de cara a los comicios siguientes a los siguientes, una estrategia impecable desde el punto de vista contemplativo.