Aprovechando que en unas horas, Arco hará el habitual balance tan triunfalista como ayuno de cifras, aquí van algunas reflexiones del escritor y director David Mamet en su libro ‘La ciudad de las patrañas’:
“El ‘vídeo creativo’ sustituye a la cinematografía. La performance sustituye al teatro; la instalación sustituye a la escultura”.
“Como la fiebre del oro, esta nueva y aceptada actividad de ocio ofrece el casi irresistible ‘algo a cambio de nada’. Estas seudoartes ofrecen la fantasía de todo aficionado: que, aún careciendo de disciplina y de dotes, es posible trascender del estado de prístina ignorancia y convertirse en Artista en un instante, por un mero acto de voluntad”.
“Los que practican estas actividades te presentan un contraro que es una forma de Fascismo: ‘Yo, el practicante, declaro que el ARTE es un ejercicio sin normas, sin restricciones y sin antecedentes. Que lo que yo hago es ARTE porque lo digo yo. Y que, a cambio de tu renuncia al disfrute tradicionalmente asociado con la contemplación del ARTE, te ofrezco algo diferente. Si aceptas mis condiciones y mi obra, demostrarás que piensas correctamente y, de este modo, habiendo visto la Luz, podrás llamar ARTE a tus propias obras'”.
“Pero hay un precio que la sociedad paga y seguirá pagando (…) Poco a poco, van desapareciendo de la escena el periódico de barrio, la escuela regional de pintura, el teatro de café, las revistas independientes. Los seudoartistas se declaran hijos de la vanguardia (y por mí, que digan lo que quieran), pero a la hora de la verdad, sus obras no sirven para sacudir sino para reforzar los aspectos más insensibles de la sociedad”.
“Las seudoartes no son arte. No son la voz de un artista, ni de una comunidad, sino (en su aspecto más nocivo) una forma de demagogia. Al participar en las seudoartes, tanto el practicante como el público se comportan como una turba, respaldando insensateces”.
“El Arte no es educativo, y sólo es ennoblecedor en la medida en que el gozo pueda ennoblecer”.
“Que una obra trate de un Tema Importante no significa que la obra sea buena. La obra no tiene por qué ‘ayudar’. El artista está tan poco capacitado para ‘ayudar’, como los engañados graduados de los colegios finos.
El arte tampoco tiene por qué informar. Es un misterio. En estos tiempos, lo mismo que en otros igualmente idiotizantes y confusos, el auténtico artista tiene que abrirse camino entre burlas y subsidios.
Y por supuesto, cada época tiene sus falacias favoritas. Que el Arte y el Artista hayan adquirido importancia en nuestra época es comprensible si lo entendemos como un ajuste económico. Que el artista no tenga que tener talento, que la actuación no tenga que tener sentido, que el público ya no tenga que disfrutar… estas libertades producen y seguirán produciendo interesantes aberraciones mientras la Sociedad sigue avanzando a zarpazo limpio hacia el circo donde combaten hombres y fieras”.