Igual que a nadie se le pasaría por la cabeza pedir a un católico que se comporte en su vida laboral de acuerdo con sus creencias, también los partidos políticos mantienen una escrupulosa separación de opiniones en sus diferentes ámbitos de actuación.
Así, el Gobierno conseguirá rechazar hoy en el Congreso una propuesta para frenar la subida del IVA con el apoyo de una formación que el viernes, en relación con el caso Anza, consideraba que estábamos ante “hechos gravísimos” enmarcados en una versión “rocambolesca” que en absoluto despejaba las dudas en torno a un eventual episodio de eso que se llama ‘guerra sucia’.
El apoyo a la subida del IVA lo sitúa esta formación en una línea de coherencia con el apoyo prestado en su día a los presupuestos del Gobierno y es cierto, Tuvo lugar la misma semana en la que tuvo que salir a la calle por la “conculcación de los derechos cívicos” por parte del mismo Ejecutivo. Tampoco en aquel momento una cosa tuvo por qué interferir con la otra.
Esta capacidad de negociar por tramos con la realidad encierra toda una lección de vida que, sin embargo, suele provocar un mayor distanciamiento y desapego hacia la política por parte del ciudadano, incapaz de entender del todo semejante ejercicio de flexibilidad.
Y no sólo eso, sino que además acostumbra a ser malinterpretado por los comentaristas, empeñados en calificar de “calculada ambigüedad” lo que no es sino sentido de estado.
Menos mal que, pese a la enormidad de las declaraciones, siempre hay alguien en disposición de apreciar semejante pragmatismo, casi siempre, su principal beneficiario.
Hoy mismo, el ministro Rubalcaba ha anunciado acciones judiciales contra quienes han acusado a las FSE de “secuestro”, “torturas” y “asesinato”, no sin antes dejar meridianamente claro, para que no haya malos entendidos, que no tiene absolutamente nada en contra de formaciones políticas “democráticas” que hayan podido sembrar dudas alrededor de este caso. O sea, de nuevo, la madurez democrática.