El lehendakari, Patxi López, comparecía ayer en varios periódicos para dar cuenta del balance -pronúnciese ‘balans’- de su primer año al frente del Gobierno Vasco. Y la primera impresión es que por este hombre no pasa el tiempo: si el poder desgasta, debe ser especialmente a quienes lo padecen.

Los reproches a cualquier gobernante suelen ser siempre innumerables y de sobra justificados, pero en este caso hay uno que gravita sobre López con especial insistencia: es un ‘hombre de paja’ a las órdenes del PP, que es quien realmente gobierna desde la sombra. En un País Vasco con la mitad de paro que España, la hipótesis vendría a confirmar las tesis de Rajoy en cuanto a que sólo las políticas económicas del PP permiten superar la crisis.

Por lo demás, López aprovechaba la ocasión para demostrar que el de la ‘power balance’ no es un camino sin retorno, sino que, con mucha voluntad y el apoyo incondicional de los tuyos, es posible salir del infierno del pensamiento mágico. Se empieza creyendo en pulseras y se acaba confiando ciegamente en Standard & Poor’s.

Ante el riesgo de que la gente concluya que si el poder corrompe, la ‘power balance’ corrompe absolutamente, explicó que la pulsera milagrosa que lucía en su muñeca hace unas semanas no era estrictamente suya, sino que se trataba de un regalo. Para su madre, aclaraba.

El lehendakari ofrecía una versión, según la cual, él mismo se había ocupado de comprársela porque únicamente la venden por internet, creencia que cabe interpretar en clave de ‘síndrome de Ajuria Enea’, dado que el fetiche se dispensa en todo tipo de tiendas y centros comerciales.

En el capítulo de novedades, señalar que en ningún caso posaba tumbado, ni siquiera recostado, tampoco aparecía escuchando algún disco y, lo que es aún más extraño, no hablaba de música. Debe ser que, en efecto, la política es una actividad muy absorbente que acaba devorándolo todo.