La foto de portada
Hay que reconocer que es una imagen repugnante y que hay gente que se ha podido sentir molesta al verla -más aún, en primera página y sin previo aviso-, pero tampoco se puede negar que tenía relevancia informativa, esto es, ayudaba a profundizar en la verdad de la noticia.
La fotografía, que recoge magistramente ese momento exacto lleno de magia y que no tendría el mismo valor de haber sido realizada un segundo antes o un segundo después, se produce además en unos meses en los que el tema está plenamente de actualidad y -como se decía antes- en el ojo del huracán.
Al fin y al cabo, cabe preguntarse qué sentido tiene ocultar a los lectores una imagen, por zafia que sea, registrada durante un acto público y al alcance de la vista de los cientos de personas que habían acudido a presenciarlo.
Me estoy refiriendo, claro, a la foto de primera página de ‘El País’. Por supuesto, la de hoy, domingo, no la de ayer. Si no la han visto, aquí la tienen. Alimento para el espíritu:
Hoy, más felicesque ayer, pero menos que mañana. Ahí están. Barberá, Camps y señora. Qué momentazo. No se reían tanto y tan a gusto, al menos, desde que España superó los cuatro millones de parados.