La huelga general convocada ayer por la mayoría sindical vasca alcanzó el apoteosis a partir de las 20.30, coincidiendo con el partido de la selección española, momento a partir del cual, desaparecieron hasta los servicios mínimos, excluido el sector hostelero. Es decir, ni siquiera España pudo parar al PTV (Pueblo Trabajador Vasco).
Deben tener razón quienes aseguran que los paros obreros son una herramienta de presión propia del siglo XIX, una época a la que -es cierto- para llegar desde el punto de vista laboral aún nos faltan unos pocos años.
A día de hoy, cada convocatoria sindical se convierte, en primer término, en la gran fiesta de la división de los asalariados. A la inaceptable coacción de los piquetes se suma la resistencia de quienes rechazan parar, presentada ésta en unos términos tan combativos como jamás opondrán a su jefe.
Entramos en el terreno del psicoanálsis: tras el esfuerzo mental que supone autoconvencerse de que no hacer huelga es una decisión que se ha tomado libremente y sin presión alguna, nadie está en disposición de aceptar órdenes, menos aún si no proceden de un superior, sino de otro, tan ‘piernas’ como tú, que pasa por ahí con una bandera.
La batalla está perdida desde el momento en el que una de las partes sólo opta a aglutinar a “la mayoría sindical”, un concepto erradicado del lenguaje de la otra, que merced a una conciencia de clase insobornable que le lleva a actuar como un solo hombre, jamás se ve obligada a presentarse como “mayoría empresarial”, sino como patronal a secas.
A la espera de que alguien invente otra forma de protesta más adecuada para los tiempos que corren, cabe confiar en que tras vender a buen precio la llamada conciencia de clase, no regalemos ahora la conciencia en general. Por de pronto, la jornada de ayer sirvió para certificar que el derecho a trabajar el día de huelga es el único que la clase obrera jamás se dejará arrebatar.
Y para que no se diga que los políticos se valen de la cirisis económica para que no nos preocupemos de las cosas verdaderamente importantes, aquí va una breve reseña sobre el partido de anoche.
En efecto, España se mantuvo firme en la senda de las victorias mínimas sobre equipos sin entidad. Esto huele a título. La prensa asegura que tras el gol de Villa la ‘Roja’ volvió a parecerse a la España de la Eurocopa, aunque el hecho de que el delantero estuviera en fuera de juego palmario obliga a evocar más bien al Madrid de los ochenta.