Fractura de peroné y ligamento es el balance, en lo que a Antonio Basagoiti respecta, que ha arrojado el partido que enfrentaba esta mañana en Donostia a dirigentes del PP y miembros de las juventudes del Partido. El hecho de que las agencias de información se sientan obligadas a señalar que estos últimos eran “jóvenes” delata el carácter difuso de esta organización.
Basagoiti, que se hizo famoso a los treinta y tantos años con una foto de cuando tenía cuatro, se lesionó al pisar el terreno de juego, al parecer, en condiciones deplorables. Este percance no tendría mayor repercusión pública, ni sería objeto de comentario, de no mediar una convocatoria a los medios de comunicación para asistir al crucial duelo firmada por sus protagonistas. Por decirlo de otra forma: la política-pop produce monstruos.
En cualquier caso, el lehendakari López ya ha anunciado que por el momento no peligra su pacto con el medio centro ahora lesionado, a la vez que se ha apresurado a descartarse como cuidador, recordando que es sóo sexo y ni pizca de amor el fundamento de sus, por lo demás, fluidas relaciones.
En realidad, ésta era la segunda metedura de pata de Antonio en una mañana aciaga. La primera se producía minutos antes, cuando -fruto sin duda de la precipitación-, solicitaba que la selección española jugara su primer partido tras el Mundial en algún estadio vasco. Inconsciente. ¿Ignora acaso la romería separatista que se organizaría en las gradas, en el improbable aunque posible caso de que la ‘Roja’ fuera apeada del Campeonato por -JJ Santos no lo quiera- un Paraguay?
No obstante, no todo han sido malas noticias. De hecho, Basagoiti habrá de ser intervenido quirúrgicamente de su lesión. A los ojos de Rajoy, una cicatriz en la pierna fruto de una lesión causada durante un partido de fútbol equivale a una preciada medalla que muy pocos en Génova están en condiciones de lucir.