1) España está demostrando en este Mundial que puede jugar tan mal como cualquiera y, sin embargo, ganar un partido tras otro. Por fin, la madurez. Sus rivales han carecido de entidad, su juego ha sido pesado y sus victorias, pírricas. Desde 1994 al menos, la historia demuestra que precisamente así se gana un Mundial. Lo demás, jugar bien y todo eso, no te lleva más allá de cuartos, salvo que seas Alemania, claro.

2) Dicen que anoche se rompió un maleficio al lograr por primera vez la ‘Rojísima’ colarse en las semifinales. Puede ser. Lo que es seguro es que se quebró otro: cuando Villa recibió el balón con toda la portería a su disposición excepto por la presencia de un defensa paraguayo y consiguió chutar el balón sin acertar a darle al rival, dijo adiós a aquella otra calamidad histórica del fútbol español protagonizada por Cardeñosa

3) A estas alturas ya parece claro que los Mundiales no son lo que eran. Cuantos más partidos ves, más material para olvidar acumulas. Lo más destacable hasta el momento ha sido los garrafales errores arbitrales, cuyo errático comportamiento convierten al jabulani en un ejemplo de estabilidad emocional.

4) La retransmisión de los partidos en Tele 5 encaja de lleno en el catálogo de ‘varietés’ sadomasoquistas. La más que probable victoria de España en este Mundial amenaza la vida de Camacho, expuesto en cualquier momento a nuevas formas de autolesión, como pueda ser clavarse el micrófono en la laringe.

5) En cuanto a JJ, desconcierta su insistencia: “Di la verdad, ¿te has emocionado, a que sí, a que sí?”, pregunta a cuantas personas entrevista, con la misma mirada libidinosa y la misma humedad en los labios con la que los curas nos instaban a confesar que habíamos pecado.

6) Aquí contamos con la alternativa de seguir los encuentros a través de las cadenas francesas, una opción no exenta de riesgos por cuanto supone someterse los rigores del ‘oh, la, la’ y el ‘desolé’. La verdad, es como para pensárselo.