1) A lo ‘La Roja’: requiere de colaboración externa ya que se trata de correr el encierro como buenamente se pueda, completando el tramo elegido sin mayores incidencias, mientras los amigos comentan desde el vallado: “Qué pena, corre bien, pero ya no enamora”. “Es que le falta esa chispa”. “Normal, tiene un calendario muy apretado porque es que no se pierde una fiesta”.

2) A lo ZP: una suerte aparentemente sencilla, aunque necesitada de una cierta sangre fría. Se trata de proclamar continuamente eso de “tranquilos, está todo controlado”, “dejadme solo”, etc… y a continuación, coincidiendo con la aparición del primer toro en lotananza, abrirse paso a patada limpia y pisando cabezas, al grito de “¡Vamos a morir todos!”.

3) A lo Camacho: popular y sencilla maniobra al alcance de todos. Básicamente, se reduce a infundir ánimos antes del cohete -“eto etá chupao, joer” y tal- y en cuanto empieza la carrera y cae el primer corredor, gritar desaforadamente: “¡¡¡Lo ha matao, lo ha matao!!!

4) A lo Standard & Poor’s: otra maniobra muy vistosa y de gran éxito popular. Consiste en ser lanzado contra las astas del toro por otro corredor al que acabas de salvar de una cornada.

5) A lo ‘jabulani’: Pura innovación sanferminera. Su ejecución requiere correr todo el trayecto de forma errática, cambiando de carril de forma imprevisible, y sembrando el desconcierto a lo largo y ancho del recorrido. Una vez alcanzada la plaza, dar la vuelta y emprender la carrera en sentido contrario, en busca de los toros.

6) A lo ‘griego’: consiste en colarse en el recinto del encierro sin que los vigilantes se percaten de que llevamos las dos piernas escayoladas para, una vez iniciada la carrera, sugerir a los servicios de asistencia médica la posible conveniencia de un rescate. Si no se ejecuta con precisión, esta suerte suele saldarse con heridas de pronóstico reservado por pisotones múltiples.  

7) A lo Gripe A: consiste en ponerse a correr como un loco y en la primera curva, lanzarse al suelo, hacerse un ovillo, cubriéndose el cuerpo con brazos y piernas para, una vez transcurrido un buen rato, descubrir que por esta calle no pasa el encierro y que hasta puede que esta ciudad no sea Pamplona.