Un barbudo envuelto en objetos cilíndricos embarca en un vuelo con destino a Johannesburgo. ¿Se trata quizás de un salafista rebozado de cartuchos de dinamita? Ni hablar: es Rajoy, provisto del indispensable kit de Cohíbas Siglo VI.
Como dijo el poeta, “ser español vuelve a ser algo importante en el mundo”. Se habían creído las agencias de recalificación de deuda que España era Grecia, pero las selecciones de sus países hace tiempo que abandonaron Suráfrica y habrá que ver qué dicen ahora.
El pueblo es muy sabio, según reza la sabiduría popular. Por eso, arreciaban anoche los gritos de “¡que pague la deuda Alemania!”. O llegado el caso, Holanda. Por cierto, habrá que prepararse para lo peor, esto es, referencias a ‘La rendición de Breda’ hasta en los periódicos deportivos porque, a día de hoy, ni siquiera en el Planeta Balonpié está uno a salvo de la cultura.
El fútbol, que todo lo fagocita, ha incorporado a su patrimonio las últimas innovaciones en materia de Memoria Histórica y sus anulaciones retroactivas de sentencias. Así, ya hay quien sostiene sin rubor que la victoria de ayer redime a la selección de los fallos de Cardeñosa, Eloy, Salinas y Zubizarreta, a la vez que propina un severo cabezazo en el codo de Tassotti.
Por una vez, al menos, los futbolistas brillan a la altura de los cocineros, así sea en el Mundial con los partidos más cortos de la Historia -en cuanto alguien mete un gol llega el apagón- y la Historia se vuelve cada vez abigarrada en lo que a citas con la gloria se refiere.
La próxima, el domingo en Johannesburgo. Si España no fuera una madrastra desagradecida, junto a Rajoy deberían viajar, en régimen de todo pagado, casi cuatro millones de parados a los que, ya que no se les puede garantizar el pan, al menos se les debería asegurar el circo.