1) La programación televisiva de ayer, reducida a una ininterrumpida fiesta en torno a un autobús descapotable, alumbró una gran revelación mediática: el telediario es un espacio que se puede suprimir sin problemas en caso de que haya una gran noticia.
2) Aunque una amplia representación de la plural sociedad española acompañó a los campeones en su recorrido por las calles de Madrid, mención especial merecen los colectivos de adolescentes que no ocultaban ante las cámaras de televisión -tanto en declaraciones como mediante pancartas- su comprensible deseo de mantener relaciones sexuales completas con alguno de los jugadores, preferentemente, si ha sido titular en Sudáfrica.
3) La selección fue recibida por una gran multitud, difícil de cuantificar en número, pero que estuvo por encima de los cuatro millones de parados. El gran ausente de ayer fue ese otro oráculo que, a diferencia del pulpo, no se limitó a vaticinar las sucesivas victorias españolas, sino a explicar cómo habrían de producirse. Ya habrán adivinado que hablamos de Rajoy. La transición no habrá concluido hasta que Mariano reciba en La Moncloa a ‘La Roja’ en la doble condición de presidente de Gobierno y seleccionador nacional.
4) El Mundial ha coronado también a José Antonio Camacho como uno de los mejores actores ‘por.no’ españoles de todos los tiempos. Sus copiosos orgasmos en el puesto de comentarista convertían la tribuna de prensa en un permanente homenaje a la sala Bagdad de Barcelona.
5) Los Borbones llevan el ritmo en la sangre. Cuatro obsequió anoche a su audiencia con unas imágenes exclusivas de una infanta Elena en trance, ejecutando con enorme pureza la coreografía del Waka Waka. En una noche rica en documentos estremecedores, sólo un Nacho Cano ‘pocholizado’ estuvo a la altura del frenético baile.
6) La selección española juega al fútbol como los ángeles, pero celebra como una banda de bucaneros. He aquí una metáfora de las dos Españas. Liderados por un Pepe Reina cada vez más metido en su papel de rijoso, los jugadores se refirieron una y otra vez al conjunto del equipo como “esta panda de cabrones”. Hay otras Españas, pero están en ésta.
7) Frente a la retórica de “lo importante es participar”, emerge una verdad incuestionable: “Sólo ganar nos hace mejores personas”. Así, el equipo español, no sólo juega de maravilla, sino que conforma un grupo humano ejemplar que encarna nuestros mejores valores; la afición, identificada con sus jugadores, volvió a dar una lección de saber estar; el entrenador, bueno, qué decir, no sólo sabe una barbaridad de fútbol sino que es una grandísima persona… Y sin duda, seguro que todo es cierto, pero hay que reconocer que si Iniesta no hubiera marcado, hubiera carecido de la más mínima importancia.