1) Convendría estudiar la posibilidad de ampliar los asientos reservados para ancianos y embarazadas a otros colectivos con dificultades motrices y frágil salud. En este sentido, todos tenemos en la mente a los controladores aéreos.
2) Sería un detalle que a los usuarios más fieles -pongamos, los que contabilicen más de 120 viajes mensuales- se les entregara una copia de la llave de los servicios instalados en algunas paradas para uso exclusivo de los chóferes. Así, el viajero no sólo podría utilizar el equipamiento para evacuar consultas en tránsito, sino también a modo de ‘habitación del pánico’, si por un casual ve aproximarse a la marquesina a un alegre grupo de ‘niños de la cuerda’.
3) En este sentido, estaría bien que la compañía tuviera a mano, en las líneas más peligrosas, a un equipo de niños de marcado carácter indolente que, en caso necesario, se mezclarían en el interior del bus con los grupos de colonias más agitados. Un poco a la manera en la que funcionan mansos y toros bravos en los encierros sanfermineros. No habría que desacartar en el futuro el recurso a los pastores armados de varas.
4) De forma ininterrumpida, deberían proyectarse en las pantallas del autobús el gol de Iniesta, estudiándose también salpicar el tormento con una ‘happy hour’, coincidiendo con las campanadas de y media, con el gol de Puyol. Por supuesto, en los búhos nocturnos, ya en horario de adultos, se ofrecería una selección de las mejores entrevistas realizadas en la zona mixta a los jugadores españoles durante el pasado Mundial.
5) También debería habilitarse un servicio de SMS que permitiera nominar primero y expulsar después, en pleno trayecto, al viajero más molesto. El resto del pasaje se comprometería a despedirle mediante las fórmulas habituales: “Venga, no te preocupes,cuando entraste ya sabías que acabaría pasando, máxime cuando clavaste la tabla de surf en las costillas a aquel señor maduro. No cambies nunca, etc.”
*Se admiten otras propuestas.