1) La Sala 1 del Kursaal mutó ayer de sala de proyecciones de cine a Congreso de Ginecología y Pediatría. La japonesa ‘Genpin’ relata la historia del tocólogo Tadashi Yoshimura -en mi opinión, un iluminado-, al frente de una clínica que se dedica a preparar a las mujeres embarazadas para disfrutar de un parto sin dolor. A cambio, las futuras madres se pasan el día haciendo flexiones con las piernas -a razón de 300 diarias-, cortando troncos y agradeciéndolo al doctor su trabajo. Hay que decir que de tres partos que muestra la película, dos se desarrollan entre lo que, a mi modesto entender, eran gritos de dolor. En definitiva, una especie de secta que nos ilumina con revelaciones del pelo “negar la muerte es negar la vida” y así todo el rato. Películas como ésta me hacen preguntarme cómo eran las otras novecientas y pico que se presentaron y que finalmente quedaron fuera.
2) Si algo se aprende en el festival de cine es que el aburrimiento que –valga la paradoja- despierta una película es inversamente proporcional al número de referencias que su director -en ocasiones, con el respaldo de la crítica- maneja a la salida. El pasado año se proyecto ‘Los límites del control’, de Jim Jarmusch y aunque el director ya advirtió solapadamente de la clase de engendro que había perpetrado al reconocer que el guión no pasaba de los veinticinco folios, no faltó quien debajo de toda aquella quincalla quiso adivinar una obra maestra. Y así, se habló de la influencia de John Boorman y no sé cuántos directores más, en una interminable lista cuyos nombres ya he olvidado. No puedo decir lo mismo del paroxismo al que llegó un reputado crítico catalán que, en una revista especializada, estimó que la cinta merecía la máxima puntuación posible, destacando como “lo mejor” de la misma “la (al)química entre el director y su operador, Christopher Doyle”. En honor del firmante, hay que reconocer que de igual forma resaltaba como “lo peor” el hecho indubitable de que“algunos la considerarán una tomadura de pelo”. Y en efecto, así fue. Lo digo porque hoy se proyecta ‘Aita’, de la que se dice que carece de “línea argumental concreta”. Habrá que verla y lo mismo está fetén, pero éstos son mis prejuicios y si no le gustan, tengo otros.