España supera ampliamente los cuatro millones de desempleados, los precios de los pisos se han devaluado, a la economía le sobra el 40% de los jóvenes del país y las instituciones elegidas por los ciudadanos se han plegado a las instrucciones de los mercados.
Sin embargo, para Zapatero todo se reduce a un problema de comunicación. “No hemos sabido trasladar nuestra acción a los ciudadanos”, suele ser una de las frases que más éxito cosecha entre los políticos a la hora de elegir su propio epitafio.
Ante esta situación extrema y no sin ofrecer antes una fuerte resistencia, ZP ha llegado a aceptar que está perdiendo 0-4, así que se ha puesto manos a la obra y ha tomado medidas. La primera, cambiar de locutor porque estaba retransmitiendo fatal el partido, llegando al punto de admitir a micrófono abierto que el equipo va perdiendo por 0-4.
Por eso, el Gobierno, que ya dispone de su propia ministra con power-balance, tiene ahora como portavoz a Pérez Rubalcaba, algo así como Zapatero con power-point. En un mundo complejo, Pérez-Rubalcaba -en adelante ‘Fredo’- no aburre con explicaciones que nadie quiere escuchar, sino que satisface, a la vez que entretiene, con eslóganes que todo el mundo anhela, y encima, formulados ya como titulares de prensa que caben en una sola línea a cinco columnas.
ZP ha renunciado a llegar a las elecciones con unos datos económicos aceptables, así que intentará persuadir al personal de que todo va bien. Y ahí entra Rubalcaba, el hipotético usuario de Twitter al que sobrarían 120 caracteres de media por intervención. Ahí radica su éxito. Su mayor best-seller -“o votos o bombas”- es a la lucha antiterrorista lo que el “¿te gusta conducir?” a la venta de automóviles.
El caso es que, en este punto, no es descartable que el Gobierno haya comenzado a sopesar de la posibilidad de que el PSOE termine convertido también en sujeto político de esta ecuación matemática maquillada de dilema moral.
De hecho, a falta de diecisiete meses para que se celebre el gran mercado electoral, algún producto habrá que llevar al stand y la pacificación definitiva del País Vasco puede tener su tirón, sobre todo, una vez amortizadas la retirada de Irak y la aprobación del matrimonio homosexual, y a falta de otros logros de carácter más contemporáneo. Pero como dirían en pleno mes de febrero los personajes de ‘Verano azul’, “el problema va a ser el tiempo”.