A modo de ‘spin off’ del post anterior, habrá que reconocer que algunos de los visitantes más ilustres del Festival de Cine aprovecharon su estancia aquí para dar rienda suelta a su vena más pesada, algunos desde prácticamente el momento de su llegada: que si “ha sido la mejor cena de mi vida”, que si “Bush es de lo peor”, que “si gana otra vez me quedo aquí a vivir”. Ninguno, sin embargo, ha alcanzado las cotas del presunto Banksy, el grafitero, probablemente muy a su pesar, y con el mérito añadido de que tal visita ni siquiera se ha confirmado.

En realidad, su presencia entre nosotros no pasa de ser una mera especulación, pero si realmente estuvo aquí, lo cierto es que no llegó a integrarse en la ciudad, ni a entender su idiosincrasia. Venir hasta Donostia para dibujar a un señor pensativo frente a un marco vacío resulta casi hasta insultante por lo que tiene de ejercicio de incomprensión.

El donostiarra rara vez se detiene a pensar y cuando lo hace es frente a unas buenas obras. Quizás nuestro ensimismamiento despistó al artista hasta el punto de que llegó a confundirlo con una suerte de proceso reflexivo.

El caso es que aquí y allá van apareciendo datos que apuntan a que el dibujo ahora borrado era un auténtico ‘Banksy’. Si se confirma, enhorabuena a todos los vecinos de la ciudad porque sólo faltaba que tanto revuelo lo hubiera provocado la obra de un perfecto desconocido -algo que, por otra parte, también es el mencionado grafitero-. Pocas son las ciudades que han disfrutado de un auténtico ‘Banksy’, menos aún las que han acabado con él y escasísimas las que lo han hecho en tan poco tiempo.

De cara al Zinemaldia 2011 y en línea con la idea de trabajar por la consolidación de esta tendencia, ya se han alzado voces que reclaman la visita de una Rebeca Linares, por citar el nombre de alguien capaz de dejar a su paso, no ya un recuerdo imborrable, sino algo muchísimo mejor: uno imperecedero.