Ya disculparán el retraso, pero si Felipe González se ha tomado veinte años para confesar que, puesto en la tesitura de si volar o no a la cúpula de ETA, dijo que no y aún no sabe si hizo bien o mal, un servidor haya tardado una semana entera en comentarlo.

El caso es que algún día vamos a necesitar una Comisión Internacional de la Mentira, conformada por personalidades de todas las nacionalidades, siempre que sean españolas, y con una acreditada trayectoria de implicación lo más directa posible en las actividades a investigar.

Bien leída, es algo que se desprende de la propia entrevista de Millás a González porque si, en palabras de éste, Galindo, Barrionuevo y Vera son inocentes, habrá que establecer quién ordenó el secuestro, estancia en el palacio de la Cumbre y asesinato de Lasa y Zabala, quién decretó la ¿detención? de Segundo Marey y a dónde fueron a parar los dineros desaparecidos. En otras palabras, a Millás se le olvidó preguntarle a González cuál es su relato sobre los GAL o incluso si ha llegado ya a asumir que éstos existieron realmente.

Ninguna Comisión de la Verdad será capaz en el futuro de identificar a González con el ‘señor X’ de los GAL, pero una Comisión de la Mentira podría interrogarse sobre qué concepto moral tenían del ex ‘Isidoro’ sus propios subordinados, capaces de presentarse en su despacho en busca de permiso para perpetrar un asesinato múltiple y sumario en territorio extranjero. En este punto y sobre la identidad del subordinado en cuestión, González es bastante explícito en otro punto de la entrevista: “Yo tenía una manera de gobernar que después no se ha reconocido (…) Me relacionaba con los ministros y les daba la responsabilidad de su equipo. No interfería en los segundos niveles de los ministerios”.

Por cierto, ese alguien engañó a González al colocarle en la falsa tesitura de o volar a cúpula de ETA o dejar que escapara. En 1989 o 1990, Francia ya detenía ‘números unos’ de ETA, tal y como podría atestiguar en su momento el propio ‘Josu Ternera’, por citar un ejemplo.

Sí, en efecto, en breve necesitaremos una Comisión de la Mentira porque si ya es teoría consagrada que la sociedad vasca miraba hacia otro lado mientras las distintas ramas de ETA y de los Comandos Autónomos Anticapitalistas mataba a diestro y siniestro, alguién deberá poner en valor -aunque sólo sea para reavivar por contraste nuestra mezquindad- el coraje de la sociedad española, su comportamiento cívico-electoral durante aquellos años de ‘guerra sucia’, las interpelaciones parlamentarias sobre el tema y las manifestaciones llevadas a cabo en Madrid para esclarecer aquel asunto, antes de que estallara el gran escándalo -“¡oh, cielos! ¡alguien está utilizando el asesinato para robar fondos públicos!”-.

Por lo demás, tiene razón Patxi López: son hechos pasados, cuyos responsables fueron juzgados y condenados. Para reforzar lo arcaico que resulta el tema, se le olvidó decir que incluso todos ellos ya fueron excarcelados hace ya lustros, eso sí, tras el cumplimiento íntegro de sus indultos en sus más diversas formas.