Colocado en el trance de posicionarse respecto a cualquier tema acaecido en las veinticuatro horas anteriores, a todo portavoz de Bildu acaba subiéndosele la bola y pidiendo que alguien llame al fisio, en lo que se ha dado en llamar la ‘apertura Nadal’.
El recurso que el alcalde de Córdoba ha presentado ante la Audiencia Nacional contra la desginación de Donostia 2016 contenía todos los elementos necesarios para que Josu Ruiz encadenara una notable sucesión de versos inolvidables a base de combinar expresiones típicas como “herederos del franquismo”, “Tribunal de Orden Público” y “leyes de excepción contra el pueblo vasco”.
Sin embargo, preguntado por el tema, el concejal donostiarra de Bildu se limitó a responder que el equipo de gobierno no había realizado aún “una puesta en común para ver cuál va a ser la posición” en este asunto. Bajo este eufemismo puede ocultarse desde una simple rueda de prensa hoy mismo, tras evacuar consultas con los asesores de turno, hasta la despiadada apertura de un proceso participativo en el que también se tomen en consideración las aportaciones del Colectivo de Presos Políticos Vascos Comprometidos con el Proceso de Paz Irreversible, dios no lo quiera y el cielo no lo permita.
No fue el único en retratarse: Eneko Goia, del PNV; sacó a relucir el instrumento musical vasco por excelencia -el famoso palo que se pone en las ruedas-; Ernesto Gasco, del PSE, lamentó la insensibilidad cordobesa hacia el sufrimiento padecido por Donostia como consecuencia del terrorismo y el portavoz ‘popular’, Ramón Gómez Ugalde, entró en una espiral de desobeciencia civil que puede desembocar en el canto del ‘Eusko Gudariak’ frente a la mismísima magistrada Ángela Murillo.
Antes, anunció que aprovechará la reunión la convención de cargos públicos que su partido celebrará este fin de semana en Málaga para hablar con el alcalde cordobés -tan sólo recordar que Ramón Gómez Ugalde tiene guardias municipales de cartón y sabe cómo usarlos- e incluso puede que inste a Rajoy a posicionarse, lo que le convertiría en poco menos que una suerte de reportero de ‘Caiga Quien Caiga’.
Sea como sea, si algún enclave español puede presumir de encuentro de culturas no es Córdoba, sino la Audiencia Nacional. Desde aquella ya lejana toma de declaraciones en régimen de incomunicación a los miembros de Eskorbuto, sus calabozos son el único punto del universo en el que confluyen las biografías de banqueros corruptos ‘honoris causa’ por varias universidades, narcotraficantes gallegos, directores de periódicos en euskera y cantantes de hip hop llenos de ruido y de furia, quedando para otro día la esperada comparecencia del reciente ganador del Premio Euskadi de Ensayo.