El reciente fallecimiento de Steve Jobs sirvió para elaborar suculentas teorías en torno a la importancia del ’emprendizador’ levantadas sobre el hecho indiscutible de que miles de personas se habían enterado de su fallecimiento a través de los diversos artilugios que Apple ha puesto en el mercado en los últimos años.
Sólo si te cuelgas de semejante trama argumental podrás ponderar el peso específico de la Blackberry en la sociedad del conocimiento, capaz de anunciarte la caída de su sistema por el simple, aunque inequívoco, procedimiento de mostrarse inoperante. Cada vez que tu artilugio favorito de última generación deja funcionar, no debes interpretarlo como un prueba de fe en la tecnología, sino como un informe detallado de que algo gordo está pasando en el mundo, la constatación definitiva de que el sistema funciona.
Según ha explicado el fabricante, que opera con el ingenioso nombre de RIM (Research In Motion), todo se ha debido al “fallo del interruptor central”, dando a entender que un simple codazo ha podido provocar tanta desolación. Por supuesto, había otro de repuesto, pero como sucede con los mejores extintores anti-incendios, llegado el momento no ha dado señales de vida.
Fundido a BlackBerry es la expresión que a partir de ahora anunciará el apagón. Es el escueto discurso del ‘smartphone’ en la Universidad de Stanford. La caída de sistema de BlackBerry anuncia al hombre del futuro, esto es, aquel usuario que un día estaba conectado y al día siguiente simplemente no lo está, dando por sentado que hemos alcanzado ese punto de la evolución humana en la que estar desconectado significa que tan sólo puedes estar horas hablando por teléfono, aunque no chapotear en internet, ni fisgar en los correos electrónicos, tanto propios como ajenos.
Tarde o temprano, nos acabará pasando a todos. Quizás haya llegado el momento de prepararse para la vida en el aislamiento y la incomunicación. Cuando acontezca, lo contaremos todo en este blog y si no es así, sepan que es porque alguien está pisando el cable equivocado, por lo que rogaría que mirasen dónde ponen los pies.