Impresionados por las últimas manifestaciones y en señal de su profundo respeto hacia la reclamaciones contra el ibipartidismo del 15-M, el 15-J y el 15-O, Rubalcaba y Rajoy han acordado celebrar un debate electoral el próximo día 7 del que quedarán excluidas el resto de las formaciones políticas que concurren a los comicios. Por si acaso, González-Pons ya ha adelantado que también habrá debates con el resto de los partidos, pese a que no tienen ni puñetera idea de nada.
Las cosas están cambiando: el encuentro no tendrá lugar en el Santiago Bernabéu, sino en la Academia de la Televisión, y no se emitirá únicamente por Gol TV, sino en abierto para cuantas cadenas deseen captar la señal. En efecto: la sociedad civil está ganando la batalla. En realidad, da igual porque el público objetivo del debate no serán los ciudadanos censados, sino los mercados.
El debate consistirá en una pugna dialéctica que se resolverá a los puntos y se adjudicará quien consiga desenfundar primero y demostrar que es su rival el que dejará a más niños, ancianos y enfermos a la intemperie. Si bien es cierto que Rubalcaba carga con el lastre que supone estar acostumbrado a responder únicamente a las preguntas retóricas que él mismo se formula, el resultado del debate es incierto por cuanto la última vez que arrastraron a Rajoy a un acto semejante acabó inmerso en unas ensoñaciones de las que emergía una niña que, a estas horas, estará ya echada a perder.
El candidato popular se centrará en explicar que la culpa de todo la tiene el candidato socialista, mientras que éste tratará de probar que el desastre es exclusivamente obra de Zapatero. Partiendo del hecho de que Rajoy ocultará todas sus propuestas, Rubalcaba prometerá impulsar las contrarias. Por lo demás, los dos coinciden en que Mourinho está haciendo una gran labor. Sólo falta por designar al moderador, aunque ya suena el nombre de Sergio Sauca, otro imparcial.
No asistiremos, por lo tanto, al famoso choque de trenes, sino a una suerte de tíovivo de caballitos, no muy diferente del que resultaría de enfrentar a Standard con Poor’s o viceversa. Para saber quién ha ganado el debate se prescindirá de las encuestas del día siguiente: bastará con observar la evolución de los valores bursátiles.