Padecemos un régimen bipartidista de partido único, pero al menos nos consolamos pensando que al final ninguna de las dos dos rocosas formaciones que se alternan en el poder aplicarán sus respectivos programas electorales, sino el de un tercero que se abstiene en el engorroso trámite de presentarse a las elecciones.
La diferencia entre la derecha y la izquierda es que la primera aplica el programa de la segunda a su pesar, mientras que la segunda no tiene programa, sino paquetes de medidas y funciona a base de hechos consumados.
Después de proclamar las virtudes del liberalismo, doctrina según la cual no hay mejor lugar para el dinero que el bolsillo de los ciudadanos, los conservadores anuncian una subida de impuestos. No obstante, no hay lugar para los reproches. Nosotros lo sabíamos y ellos, también. Qué son los tratados económicos frente al afán recaudatorio. Cuando la derecha habla de austeridad lo hace en un sentido estrictamente democrático y aplicado exclusivamente al pueblo, al fin y al cabo, el depositario de la soberanía popular.
A estas alturas, habría que preguntarse para qué se adelantaron las elecciones, si la llegada de los hijos de Lehman Brothers al Gobierno sólo ha servido para anunciar que España entrará de nuevo en recesión, enigmática frase que literamente significa que habíamos salido de ella, aunque no nos hubiera dado tiempo a enterarnos.
Por lo demás, los conservadores recuperan su instrumento musical favorito, las tijeras: antes, para aplicar la censura; hoy para implementar los recortes.