En España, la sociedad siempre ha ido por delante de la ley. Para cuando Camps ha sido declarado no culpable de un delito de cohecho impropio por cinco votos contra cuatro, el electorado valenciano ya había dictado sentencia absolutoria concediéndole su respaldo y la consiguiente amplia mayoría parlamentaria.
La mera constatación de este hecho desmiente la teoría de que los jueces actúan de espaldas a los ciudadanos. Quizás deberían, pero no lo hacen. En España la indignación ética apenas da ya para ocultar la indigencia moral. De hecho, el jurado ha absuelto a uno para animar a cien. Camps es no culpable por cinco a cuatro, es decir, pagó sus trajes, pero sólo de cintura para abajo.
Para llegar a esa conclusión, el jurado, férreamente vigilado en el hotel de las deliberaciones por un miembro de Nuevas Generaciones, ha tenido que realizar algunas piruetas no exentas dificultad. Así, el veredicto establece que el ex presidente valenciano y los cabecillas de trama Gürtel mantenían una relación estrictamente profesional, cuando todo el mundo sabe que hay que sólo unos lazos afectivos muy estrechos permiten relacionarse en términos tales como “amiguito del alma”, “gilipillas” o incluso “si lo tuviera delante le daba una hostia”, sin que los carísimos regalos intercambiados interfieran en esta amistad.
Y todo esto ocurrió durante una vista oral en la que los procesados no cultaron el profundo sopor e incluso el insoportable tedio que padecían, hasta el punto de que el juez les suplicó que disimularan. Por supuesto, no lo hicieron y anoche ya dieron rienda suelta a su alegre zafiedad.
En cuanto al audaz razonamiento lógico de Mariano Rajoy, que sostenía la inocencia de Camps sobre la presunción de que nadie se vende por un puñado de trajes de lujo, recordar que el ex presidente valenciano apenas atesora como todo patrimonio 900 euros en su cuenta corriente y la mitad de un piso algo más que modesto, según los precios de mercado. En semejante estado de precariedad económica, es probable que Paco gestionara la comunidad autónoma desde la plena disposición a conformarse únicamente con las corbatas.
Con Camps absuelto y el procesamiento de Urdangarín en curso, cabe interpretar las palabras del rey asegurando que la justicia es igual para todos no tanto como una promesa, sino como una profecía. En cuanto a los súbditos de su majestad, es posible que seamos todos no culpables, pero inocentes, aquí ya no queda ni uno.