Si la Historia avanzara de forma lineal, el grupo que prometió escribir “la canción más bonita de El Mundo” sería a estas horas la imagen de marca de Orbyt -el contenedor pay-per-view de Pedro J. Ramírez-, pero a veces las cosas se enredan. Así, los componentes de La Oreja de Van Gogh -nada que ver con el también diplomático de carrera Marcelino Oreja- serán ’embajadores’ de Euskadi gracias a un acuerdo firmado con Basquetour por el que tan sólo facturarán 150.000 euros -30.000 por cabeza-, una ganga si los comparamos con el millón que Nadal percibía del Gobierno balear a cambio de convertirse ante Google y ante los hombres en el ‘tenista manacorí’. Claro que las posibilidades de La Oreja de salir en los guiñoles franceses son un tanto remotas.
A cambio, el grupo donostiarra propinará a los asistentes a sus conciertos un vídeo sobre los atractivos turísticos de la tierra que les vio nacer y cede los derechos de ‘Promesas de primavera’, una canción que al parecer ilustra a la perfección los nuevos tiempos que vivimos, pese a que la palabra ‘primavera’ lleva camino de convertirse en sinónimo de jarana. El caso es que el tema arranca con un “volverán las primeras golondrinas” que disparará el turismo en Sevilla, cuna de Gustavo Adolfo Becquer, y termina con ese inevitable “parapapa” que invita a buscar el txikipark de guardia más próximo. Podría haber sido peor, dado que antaño también saquearon -en el buen sentido de la palabra- a Pablo Neruda, natural de Parral, Chile.
A todo esto hay que sumar que los músicos donostiarras se comprometen a convertir la palabra Euskadi en el Trending Topic de sus entrevistas. Así, preguntados por sus actuales relaciones con la anterior vocalista del grupo, podrían responder: “Excelentes, en Euskadi todo se magnifica, pero allí las diferencias siempre se arreglan en torno a una buena mesa y disfrutando de su magnífica gastronomía”. Es sólo un ejemplo.
La contratación de La Oreja como motor turístico se levanta sobre bases firmes. “La gente viene a ver de dónde salen nuestras canciones”, afirma uno de los componentes del grupo que demostró que un ‘Verano azul’ sin Chanquete también era posible. El territorio cancionero del grupo se reduce a la Donostia que delimita el bidegorri, pero localizar con exactitud el epicentro de su repertorio te puede llevar toda una vida, lo cual garantiza por otra parte un importante aumento en el número de pernoctaciones, si es que toda esta campaña parte de premisas sólidas, claro.
Convertir al grupo en emblema de Euskadi es una forma de tomar la parte por el todo ya que su carácter enfermizamente donostiarra le divorcia, no ya de Bilbao o Vitoria, sino incluso de la vecina Azpeitia, por no hablar de su restringido concepto de San Sebastián como la única ciudad del mundo en la que todos sus barrios son céntricos. Sin embargo, hay que reconocer que si los músicos de La Oreja son excepcionales en algo es en su apariencia de “absoluta normalidad”, un concepto que paradójicamente suele acabar siendo preludio, no ya de lo insospechado, sino incluso de lo inimaginable. Dicho lo cual, estamos preparados para todo, que vayan pasando los visitantes: los niños, a la derecha; sus madres, a la izquierda.