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Alberto Moyano

El jukebox

Una cosa es la infanta y otra muy distinta la hija del rey

Con todo lo que la infanta Cristina ignoraba se puede levantar un monumento de las mismas dimensiones que el construido con todo lo que su marido ha olvidado. El juez instructor emite todo un diagnóstico sobre las capacidades intelectuales de la segunda hija del rey en el auto en el que rechaza citar a la duquesa de Palma como imputada.

Vocal en Nóos y copropietaria junto a su marido de Aizoon, la infanta Cristina residía en un paraíso mental. Respecto a la primera empresa, lo ignoraba todo; respecto a la segunda, también. En esta facilidad para el escapismo cabe rastrear el legado de sus ancestros griegos. La infanta reproduce en su vida profesional la misma inhibición que media población de Grecia exhibió magistralmente ante el fraude masivo perpetrado por la otra media, amén del falseamiento continuado de las cuentas públicas.

Considera el instructor que siendo Urdangarin y su esposa los únicos partícipes» de Aizoon, resulta harto improbable que se reunieran periódicamente para celebrar “una junta ordinaria o extraordinaria”. En efecto, toda pareja de duques está condenada a enfrentarse tarde o temprano a encrucijada consistente en elegir entre una relación apasionada y una comunicación sincera, siendo incompatible una vida satisfactoria en la alcoba -así sea la de palacio- con la confesión rutinaria de las últimas fechorías.

En cuanto al incremento de fondos de sus cuentas corrientes, el juez considera que lo más probable es que la infanta los atribuyera a su trabajo en La Caixa, las «aportaciones de la Casa Real» y los «sustanciosos ingresos» de Urdangarin con empresas que no son objeto de investigación alguna, sobre esto último, habría que preguntarse por qué. En todo caso, tan desahogada situación económica demuestra que si Urdangarin perpetró el saqueo de las arcas públicas, lo hizo sin ánimo de lucro.

Ahora sabemos lo que ya sospechábamos: la actividad profesional de la infanta se limitaba a llegar a su puesto trabajo “conduciendo su propio vehículo como cualquier otra joven de su edad”. Una vez estacionado el turismo, daba por concluida su jornada laboral. El instructor concluye que mejor no citar a declarar a doña Cristina para no estigmatizarla. A cambio, revela que, en esencia, comulga con las tesis de ‘El Jueves’: todo lo que la infanta no hizo fue a espaldas de su marido.

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