La sintonía que exhibían en vísperas los partidos vascos hacía presagiar el desacuerdo que afloraría ayer en el Parlamento de Vitoria ya que el consenso es el preludio de la división. Encabezando una iniciativa que de haber prosperado tampoco se sabe muy bien a dónde nos hubiera llevado, Patxi López continúa embarcado en la procelosa travesía que algún día le traerá de regreso de su legendario viaje a Estados Unidos.

Cuando al inicio de la legislatura, Basagoiti avisaba que el suyo con el PSE no era un matrimonio por amor, sino de conveniencia, estaba proclamando su inquebrantable voluntad de llevarlo hasta sus últimas consecuencias, para desgracia del otro consorte. Desalojado el PNV de Ajuria Enea, la entente PSE-PP se vació de cometidos y así ha transcurrido lo que llevamos de legislatura.

El empeño en agotarla no debería encontrar demasiados obstáculos. Al fin y al cabo, el PP vasco sería abierto en canal por sus acólitos mediáticos de Madrid en el caso de que se permitiera cualqwuier veleidad que forzara un adelanto electoral, sinónimo de devolver Ajuria Enea al PNV, quien sabe si a Bildu, en cualquier caso, al nacionalismo.

Sin embargo, la necesidad de acometer el proceso del final de la violencia hace que la noble tarea de perder el tiempo en las instituciones se complique notablemente. En materia de pacificación, la Cámara Vasca es un edificio con amianto, que exhibe tal boquete que lo convierte en inoperante. Los partidos políticos podrían haber aprovechado estos cuatros años para gestionar la ausencia de la izquierda abertzale, pero como no lo han hecho pronto se verán obligados a soportar durante al menos otros cuatro su omnipresencia. Mención aparte merecen Aralar -en pleno proceso de implosión interna- y UPyD -legítimo representante de Costa Cruceros en tierra firme-.

Por fortuna para todos ellos, ETA continúa confundiendo la altura de miras con las ensoñaciones inherentes a la falta de oxígeno. Sus impertinentes apelaciones directas al Gobierno francés, que en este asunto se juega nada menos que nada, lo demuestran.

Dicen los superhéroes del Himalaya que uno no ha hecho cumbre hasta que ha culminado el descenso. ETA aún deambula por algún collado, algo confusa en torno a la cuestión de si está subiendo o está bajando. La izquierda abertzale deberá emplearse a fondo en convencerla de que ha hollado la cima tras una asensión prodigiosa y de que, en cualquier caso, lo mejor es que se instale en el campamento base cuanto antes.