A la pregunta de ¿a quién convendría que Urdangarin ingresara en prisión?, cabría responder señalando directamente que tanto a la Casa Real como al conjunto de la sociedad. No obstante, el yerno del rey ya ha demostrado que está dispuesto a sacrificar el interés general en el altar de su propio beneficio. Quizás sea ya demasiado tarde para comprar su inocencia, pero aún puede pujar por su libertad. En cuanto al honor, es un concepto intangible cuando se coloca al lado de una cuenta opaca en Belice.
De natural emprendedor, Urdangarin pretende someter el Código Penal a los rigores del I+D+i, de forma que la ‘Vía Nanclares’ pueda transformarse en la ‘Vía Palma Arena’, mediante una inyección de capital que rondaría los 3,5 millones de euros, soslayando por supuesto cualquier condena de cárcel. Al fin y al cabo, estamos ante una nueva muestra de abnegación por parte del duque, capaz de someterse a cualquier sacrificio con tal de salvaguardar el buen nombre de su mujer, una tal de Cristina en los emails más comprometedores. En cuanto a la petición de perdón a las víctimas, en su caso lo somos todos en general, lo que equivale a decir que nadie lo es en particular.
En la figura de Urdangarin encontramos tan sólo a un hijo de su tiempo y si al hombre le ha toca vivir una época en la que los gobiernos ofrecen amnistías fiscales a precios de saldo para defraudadores perspicaces, quizás no vea razón alguna para no beneficarse de esta nueva Justicia-de-copago-igual-para-todos. Antes de que la Fiscalía se apresure a rechazar su propuesta, convendría sopesar el uso que la Administración podría dar a esos 3,5 millones de euros en esta época de penurias recaudatorias, quién sabe si organizando carreras de Fórmula 1 o reactivando la industria del ladrillo en la costa balear.
Por otra parte, en el Código Penal español el objetivo último de las penas de prisión es la reinserción del reo, pero de confirmarse la comisión de los delitos que se le atribuyen, surgen algunas dudas en torno a qué reinserción cabe esperar de alguien que cayó en cleptomanía tras ingresar en una de las familias más acaudaladas de España, si hemos de creer en los listados de la revista ‘Forbes’.
Encerrando a Urdangarin en la cárcel se corre el riesgo de que quien tan sólo era un presunto malversador, prevaricador, defraudador fiscal y falsificador de documentación oficial se convierta en un experto en robo con violencia sobre las personas y las cosas. Ya se sabe que la cárcel es la universidad de la delicuencia y varios másters acreditan la aplicación de Urdangarin cada vez que se matricula en alguna carrera. Dicho en otras palabras, hay que sopesar la posibilidad de que entre en prisión el yerno perfecto y unos años después salga ‘Malamadre’.