Abolidas las ideologías y desaparecida en combate la lucha de clases, ya sólo queda aferrarse a la clasificación de la sociedad en estamentos de acuerdos con las preferencias de cada cual en materia de consumo. En este sentido, sirva como ejemplo ese barrio donostiarra tan distinguido que es capaz de acoger en perfecta armonía tanto a dirigentes políticos de todas las sensibilidades como a algunos de nuestros mejores líderes mediático-empresariales, unidos todos en lo esencial por encima de de diferencias espúrias. Lo anécdotico es cuánto ganas; lo esencial, cómo te lo gastas.

El patrimonio de sus señorías forales publicado esta semana oscila entre bastante y mucho, dejando a un lado el del diputado general, sospechoso de puro escuálido. Forzando indecisos, podría decirse que si nuestros responsables institucionales aplican el mismo rigor en la gestión de las arcas públicas que el que les ha permitido acumular tal cantidad de viviendas y garajes es que estamos en buenas manos.

Dicen que como en tu segunda casa no se está en ninguna parte. Será. En cuanto a los vehículos, cuando desde mi condición de peatón empiezo a leer Rover, Audi o Alfa Romeo comprendo que no hay medio ambiente capaz de soportar semejante parque automovilístico y una incineradora, todo en un mismo territorio. Pertenezco a esa descuartizada minoría que creía que, a falta de trenes de alta velocidad y frente a la apuesta por el uso del transporte público, la posibilidad de recurrir al vehículo privado -tan contaminante, tan dependiente de combustible fósiles procedentes del Tercer Mundo, tan impregnado de valores que trascienden a los que corresponderían a un mero objeto- era ya una decisión política. Obviamente, no era así.

Los datos certifican la decadencia del Pueblo Trabajador como sujeto de la Historia. Alguien dijo -algún Marx, creo- que uno acaba pensando de acuerdo a cómo vive y no al revés. Quizás haya llegado el momento de articular la democracia representativa en torno a otros criterios, más allá de los ideológicos. Empecemos por crear un Partido del Bus, cualquier otra cosa estaría por encima de nuestras posibilidades.