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Alberto Moyano

El jukebox

Haz el Amor y no el Huffington

Soslayando a duras penas una maquetación más propia de un anuncio de fiesta de fin de curso de la ESO que de un heraldo del nuevo periodismo, he leído el Huffington Post. En concreto, la noticia titulada ‘ETA, sin un duro’. Confieso que no he entendido nada de un texto que no pasaba de ser la habitual retahíla de declaraciones mal redactadas, en este caso, del ministro del Interior explicando someramente cuán acabada y sin capacidad operativa está la banda terrorista. La frase textual reza así”. “Sus estructuras están muy diezmadas, aunque desmanteladas”.

Si alguien es capaz de desentrañarla, se ruega que me la explique. La temperatura de la confusión ha subido un grado más al comprobar que esta información está rematada por otra titulada “Francia: ETA conserva su potencial militar y puede matar”. Al parecer, algún ‘Huffington Man’ ha ganado el Pulitzer en Estados Unidos, pero sobre este punto me remito a la opinión del ex periodista y creador de ‘The Wire’, David Simon, en torno al premio, ilustrada perfectamente a lo largo de la quinta temporada de esa serie que Esteban González Pons -uno de los prestigiosos blogueros de la nueva plataforma- insiste en confundir con ‘Kojak’. En cualquier caso y tras la lectura de la citada noticia, le auguro similares éxitos en España.

El nuevo modelo de negocio de esta plataforma de diálogo global y no sé qué más se levanta sobre una innovadora pirámide de distribución del trabajo basada en que muchos trabajen de forma desinteresada para que algunos puedan cobrar a final de mes. Desde que el mundo es mundo, el hombre ha inventado ingeniosos argumentos para explicarte por qué te conviene trabajar gratis. Antaño se decía: “así haces currículum”, aunque hay que reconocer que hasta el advenimiento del internet no se había alcanzado la síntesis perfecta, al menos, en lo que al periodismo se refiere.

Ignoro cómo funcionan estas cosas en EE UU, pero en España tienden a disparar con el tiempo los sentimientos de agravio comparativo. A los altruistas les han dicho que trabajarán a cambio de prestigio, pero lo más probable es que tengan que conformarse con algo de popularidad, el diminutivo de fama. Prestigio es lo que acumulará la directora del tinglado, cosa que por otra parte, no le impedirá percibir un salario que se adivina suculento en un principio, luego ya vendrán los recortes y apreturas.

Vaya por delante que el prestigio está muy mal visto. La gente normal prefiere el reconocimiento, algo que cuando nos ceñimos al ámbito laboral debe traducirse en un sueldo. Dado que la posibilidad de llegar a este extremo ni se contempla en el caso de los blogueros, los ‘cien mil hijos de Huffington’ deberían resarcirse poniendo a prueba la pluralidad del medio y los límites de su libertad de expresión, esto es, renunciando a elegir entre Chacón y Rubalcaba en función de lo que diga Cebrián.

Reflexión final: me quedo con la duda de saber si el trabajo gratuito proporcionará prestigio o más bien desprestigio a los ‘tronistas’ del Huffington Post.

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