A día de hoy, a falta de que se estrene la película y dado que una subvención de 9.000 euros a cargo del Ayuntamiento donostiarra puede desembocar en un proceso de ilegalización contra Bildu, el mayor interés que genera ver ‘Barrura begiratzeko lehioak-Ventanas al interior’ es fruto de la curiosidad que despierta comprobar si alcanza los niveles de iniquidad moral del Diccionario de Historia de la Academia Española, rigurosa pieza de neoinvestigación en la que Franco es presentado como un hombre de carácter difícil, pero de buen fondo. Esta basura de ficción fue obsequiosamente sufragada con 6,4 millones de euros por el Gobierno español, primero del PP, después del PSOE. Dicho lo cual, quedo a la espera de que la Fiscalía General del Estado se pronuncie al respecto.
La equidistancia es intolerable, pero ya puestos a investirnos de pureza, mucho peor es el agravio comparativo. Quizás la izquierda abertzale no esté en disposición de ganar grandes batallas, pero en este punto cuenta con el apoyo incondicional del Partido Popular, presto a regalar triunfos al rival, siempre que tengan lugar en el terreno del absurdo. Sólo el PP es capaz de conseguir que una película que hasta el momento había despertado un interés regulín -como lo demuestran las dificultades que había encontrado para financiarse mediante participación popular- acabe consiguiendo un nuevo impulso que termine de cubrir el presupuesto, antes de que se estrene en una sala de cine previsiblemente abarrotada.
Aún conservo ciertas prevenciones hacia la censura de películas, mayores en el caso de que se pretenda ejercer de forma preventiva. Puede que la película se merezca un severo varapalo -y también puede que lo contrario-, pero para eso ya está Boyero. Que sea el Ministerio del Interior el encargado de establecer la jerarquia cinematográfica que merece la cinta constituye un inaceptable ejercicio de intrusismo profesional, ante el que sólo cabe preguntarse dónde estaba -quizás mirando hacia otro lado- cuando se estrenó ‘La pelota vasca’, cinta de infumable recuerdo.
Por lo demás, resulta hasta divertido imaginar al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo asistiendo en pleno a la proyección de la película para evaluar su grado de ‘terrorismosidad’. Hay que estar Basagoiti perdido para anhelar un escenario electoral en el que Bildu acapare de nuevo en régimen de monopolio el epicentro del debate, esta vez, a cuenta de una subvención cinematográfica. Entre tanto, los simpatizantes de los presos que deseen ahorrarse un euro pueden aprovechar los días estivales para fotografiarse junto al alcalde donostiarra, ahora que todavía está tan sólo en libertad vigilada.