No es que sean eternos, peor aún: es que son omnipresentes. La pena de las borracheras colectivas de la Roja es que sus protagonistas siempre alcanzan el escenario de La Cibeles en la fase de la exaltación de la amistad y cantos regionales, saltándose limpiamente la del tuteo a la autoridad e insulto al clero. […]