Las imágenes del ex asesor del alcalde de Donostia amenazando con pegar dos tiros a un grupo de personas que celebraban la Eurocopa remiten antes a un problema de halitosis que a un conflicto político. Una vez el caso en manos de la Audiencia Nacional, urge pedir cita con el odontólogo. En condiciones normales, Bildu haría bien en detectar en semejantes actitudes los comportamietnos sospechosos de un infiltrado a sueldo del enemigo, pero dado el personaje es probable que ni siquiera haya hecho falta contratarle. Una mezcla de ‘Torrente’ koxkero y sargento Arensivia de raigambre abertzale, sus superiores han tenido al menos el buen gusto, amén de la responsabilidad, de prescindir de sus servicios.
Mientras, en el Congreso de los Diputados, la diputada popular Andreaíta -es nombre de pollo- Fabra invitaba a los desempleados a joderse ante el recorte de las prestaciones que por el momento seguirán percibiendo. El brazo ‘fashion’ del PP lo hizo a grito pelado, creyéndose quizás que estaba en las rebajas. Sólo le faltó añadir “¡jugad más a la lotería, so vagos”!. A primera hora del viernes sigue sin dimitir porque la Fabra tira al monte y, criada en un ambiente familiar putrefacto, a la diputada popular habría que explicarle por qué y ni siquiera hay certeza alguna de que lo fuera a entender. Al fin y al cabo, desde su perspectiva ser pobre constituye un delito de traición a la patria y obstrucción a la Justicia. Tampoco en este caso hay perfume que camufle el aroma infecto a sobaco que la arpía despide por la boca.
Los insultos de Ibazeta son más mucho graves; los de Andreíta, aún más infames. A La Roja la festeja el que quiere y el furor se te pasa en veinticuatro horas, pero la condición de parado es involuntaria y sus consecuencias las padecen en exclusiva y régimen de larga duración tanto el titular de la tarjeta de desempleo como su entorno. Para la reflexión de quienes sientan tentaciones matonas queda la enorme facilidad con la que hoy en día se desenfunda el móvil cargado con cámara de vídeo en plena calle y a la mínima provocación.