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Alberto Moyano

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Julian Assange o ¿cuál es mi cámara?

Desde una perspectiva española, toda la farfolla difundida por Wikileaks no pasa de ser ‘porno para mamás’ comparada con las revelaciones que El Diario de Mallorca sacó a la luz sobre las escalas técnicas que los vuelos de la CIA realizan en territorio balear. Y no obstante, el alud informativo del primero sobre temáticas tan variadas como el evidente desorden psicólogico de Cristina Fernández de Kirchner fue acogido con una ‘indignación trending topic’ que contrasta poderosamente con la indiferencia que suscitó la implicación del Gobierno español en operaciones tan ilegales como el secuestro de personas y su traslado a centros de internamiento clandestinos.

Dice Zygmunt Bauman hoy en El País que “el exceso de información es peor que su escasez”, una frase que parece cincelada para Wikileaks. Del exceso de desinformación, mejor ni hablamos. Desde el punto de vista contable, las consecuencias políticas de las toneladas de documentación distribuidas por Wikileaks han sido nulas si atendemos a las dimisiones, caídas de gobiernos, cambios de régimen o pérdidas de elecciones en los países afectados. En cuanto a la invocación de Assange a Obama, hay que interpretarla en clave de búsqueda de notoriedad, otra forma de preguntar “¿cuál es mi cámara?”. El primer presidente negro de EE UU es también el primer presidente de EE UU ajeno a las revelaciones wikilesianas. El problema de Assange es más grave por cuanto su contencioso le enfrenta a los servicios secretos estadounidenses, un poder atemporal y ajeno a los cambios de inquilino en la Casa Blanca, posiblemente molesto por la revelación con nombres y apellidos de sus fuentes de información.

El fundador de Wikileaks resulta casi tan tedioso como el de Megaupload, pero se beneficia de una capacidad oratoria infinitamente superior apoyada en una enorme telegenia. A Assange le aguarda una larga estancia en la embajada ecuatoriana en Londres. Sus esfuerzos deben ir encaminados a reforzar ese carisma que le permite soltar peroratas parvularias desde la balconada de la legación diplomática sin que se resienta su prestigio. Ahora mismo, su mayor enemigo es la amenaza de permanentes cameos por parte de Garzón. A poco margen de maniobra que encuentre, el ex magistrado de la Audiencia Nacional hará con el pobre Julian lo mismo de lo que el fiscal sueco acusa al padre de Wikileaks, es decir, abusar de él mientras estaba dormido.

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