La perspectiva de elecciones autonómicas para el próximo mes de octubre en el País Vasco obliga a España a clonar en espiral un modelo de vasco malo, creado a imagen y semejanza del banco malo, ese ejemplar en el que depositar todos los activos tóxicos que impiden que los resultados de los comicios en Euskadi reproduzcan sin mayores estridencias ni desvíos los de Murcia, Madrid o Castilla-La Mancha, por citar sólo tres de la docena de comunidades consideradas paradigmas de la ‘normalidad democrática’.
Con nuestra habitual egolatría, los vascos nos hemos pasado la vida perorando sobre el enorme esfuerzo que acarrea esta absurda condición. Paparruchas. Lo realmente agotador es ser español practicante. A la habitual búsqueda del enemigo exterior, se le suma la detección del interior, mucho más taimado. La españolidad exige un permanente peinado del territorio nacional en busca de traidores, ya sea su estado explícito, sobrevenido, embrionario o latente. Y como el olfato es tan fino y el método tan defectuoso, la lista se antoja interminable, un auténtico Work In Progress sin principio ni fin.
Lo que inicialmente fue un esquema simple con epicentro en ETA y réplicas en un ‘entorno’ que ya se antojaba un tanto dilatado, ha derivado en una metástasis colectiva de tal forma que la mítica recogida de nueces atribuida en origen al PNV ha pasado a convertirse en una práctica generalizada de la que, a ojos del inquisidor -que, como dios, todo lo ve-, prácticamente nadie se libra.
Así, los primeros felones fueron algunos dirigentes del PSE, luego el partido entero, liderado por un tal zETApé. Por el camino, fueron denostados en diferentes grados escritores, deportistas, presentadores de televisión, directores de cine, artistas plásticos y puede que incluso algún vídeocreador. A todo esto lo llamaron ‘una sociedad enferma’, pero llegados a tal punto, los puros no iban a detenerse, así que comenzaron a devorarse entre ellos y ahora mismo ni las recurrentes apariciones de Mari Mar Blanco salvan al PP vasco de las acusaciones de contemporizar con los separatistas. Es más: hoy es el día en el que los más perspicaces apuntan a que el propio Rajoy ha pactado con los terroristas una hoja de ruta diseñada de puño y letra por Josu Ternera. En la santidad, ya sólo reposa la AVT, aunque no las víctimas del terrorismo tomadas de una en una, son varias las que tampoco cumplen los parámetros de decencia exigidos.
Semejante panorama dantesco no se levanta sobre la nada, sino que requiere un cultivo de la paranoia nacional y décadas de mimo. Ahora mismo, los delirios que llegan desde Madrid tienen la virtualidad de condicionar el resultado electoral vasco incluso más que el hipotético regreso de los ‘exiliados’ al euskocenso, bien es cierto que en sentido exactamente opuesto al deseado por los aficionados al abismo. Deberían dosificarse o corremos el riesgo de llegar al 21 de octubre abertzales perdidos, separatistas de remate y filoterroristas como cubas.