Muy grandíoso habrá de ser todo esto de la Capital Cultural Europea 2016 si el requisito para celebrarla implica la jibarización cultural de todo lo demás por el método de la succión yugular. Donostia es esa ciudad a la que el Gobierno central brinda nueve millones de euros para sufragar una pasarela marítima, pero le niega 120.000 euros para el Zinemaldia y algo más de 100.000 para la Quincena Musical. Se dirá que las partidas pertenecen a departamentos diferentes, lo cual sólo evidencia que en uno de ellos sobran nueve millones y en otro faltan algo así como 400.000. Así se elaboran los presupuestos más austeros de la historia. Con nuestros votos, los ciudadanos no elegimos ministros, sino parlamentos que designan presidentes de gobierno, ahí se acaba nuestra obligación de hilar fino.
El Ministerio de Wert destinará el año que viene más dinero a una asociación de amigos de la ópera de Canarias que a la Quincena, que recibirá la módica cifra de cero euros. Hablamos del festival de música clásica más antiguo de España, dónde se meterá el patriotismo cuando se le necesita. Curiosamente, los más interesados en denunciar supuestas duplicidades en las administraciones autonómicas pueden también ser los más incompetentes a la hora de administrar la central.
A Bildu EH se las ponen como a Fernando VII o incluso a Juan Carlos I. A veinte días de las elecciones autonómicas un hipotético anuncio de que Diputación Foral de Gipuzkoa y Ayuntamiento de Donostia cubrirán con enorme sacrificio y esfuerzo el “recorte salvaje que nos impone Madrid” en materia cultural escocería la espina dorsal de Wert y Basagoiti más que cualquier ‘guerra de las banderas’.
Ya se ha hecho antes, cuando las tres instituciones vascas que rigen Tabakalera asumieron los siete millones de euros apalabrados por el PNV con la Administración central y que sin embargo ésta jamás llegó a ejecutar. No obstante, Pueden estar tranquilos los ‘populares’: en efecto, la ocasión la pintan calva pero estas cosas siempre le pillan a la izquierda abertzale enredada en otros asuntos: un día los puertas a puertas, otro día, los pinganillos. Una vez más, dónde está el patriotismo cuando se le necesita.