Tras la celebración el pasado sábado en Bilbao de la multitudinaria manifestación en favor del respeto a los derechos de los presos, caben dos posibilidades:
1ª El Gobierno se salta los plazos de su recurso ante la Gran Sala de Estrasburgo y decide abolir la doctrina Parot, pone en libertad a los reclusos enfermos, así como a los que han cumplido dos tercios de su condena, y agrupa en las cárceles vascas al conjunto de los presos para que “participen activamente con sus aportaciones en el proceso de paz”. A cambio, no consigue absolutamente nada, excepto: una catarata de portadas de prensa al estilo mosaico confeccionadas con los rostros de las víctimas de los atentados, tomadas de veinticinco en veinticinco, según el formato del periódico; ruidosos desencuentros con la AVT; multitudinarias manifestaciones en Madrid; desafección del ala ‘ultra’ de su electorado -el mayoritario-; encontronazos públicos dentro del PP y del propio Gobierno; y argumentos para que UPyD se nutra a conciencia y a su costa durante, al menos, un lustro.
2ª El Gobierno contempla indiferente el paso de una manifestación, multitudinaria, sí, pero como tantas otras antes, amortizada ya desde la pancarta hasta la cola por su condición monocolor, dado que no ha sido capaz -por las razones que sean- de aglutinar más apoyos que los iniciales, deja pasar el tiempo y espera que todo implosione desde dentro, a coste cero, ahorrándose una batería de disgustos sin beneficio alguno -por pequeño que fuera-, ni aún en el improbable e hipotético caso de que la masa reclusa se adhiriera en bloque a la Vía Nanclares. En Euskadi el tema interesa regular -por sectores y según el momento-; en la España intervenida, nada; en cuanto a la llamada -en mi opinión, de forma un tanto optimista- “comunidad internacional”, en el mejor de los casos estaría dividida en dos partes y no precisamente iguales.
Ahora, prescinda de cuestiones emocionales, éticas o jurídicas para centrarse en el área delimitada por los vectores táctica/estrategia, dentro de cuyos parámetros ha venido desarrollándose el conflicto vasco durante las últimas cuatro décadas. A continuación, pregúntese por cuál de las dos opciones se decantaría usted.