Si un aborigen australiano repasa la web de la Casa Real española llegará a la errónea conclusión de que las dos hijas del monarca son madres solteras. Urdangarín ha desaparecido del único ámbito en el que su comportamiento aún puede calificarse de irreprochable: internet. Quizás hubiera sido más pertinente privarle del gmail, a la vista del uso que hacía del correo electrónico.
La Casa Real sitúa este gesto en “la línea de contundencia” adoptada a raíz del estallido del caso Noos, aunque el duque mantendrá el título nobiliario a pesar de los ingeniosos juegos de palabras que ha alumbrado en la ociosa mente del yerno real. El argumento de que su eliminación de la web responde al deseo de “marcar distancias” nos obliga a preguntarnos qué fue del verbo que, en lenguaje peluquero, precede siempre a ‘marcar’, o sea, ‘lavar’.
Urdangarin ya ha recogido sus cosas y se ha ido con la música a otra web. Pronto le veremos encabezando una batukada de Stop Desahucios. Para quienes aún se pregunten de dónde pudo salir la infanta Elena, el dato de que su madre aún defiende la inocencia de su yerno ayudará a situar el suceso en su debido contexto. En cuanto a su hermana Cristina, en estos momentos está volcada en obligar al tribunal a realizar ejercicios de contorsionismo nunca vistos antes que le eviten el engorro de prestar declaración en sede judicial.
Al igual que lo ocurrido con la foto de Chávez publicada por ‘El País’, las de Urdangarín también han sido retiradas, pero en este caso, tras confirmarse su autenticidad. Paso previo a su salida de la Casa Real, don Iñaki abandona la irreal. Estamos acostumbrados a que estas maniobras concluyan con el expulsado sentado en plató, frente a Mercedes Milá. Esta vez no habrá tanta suerte. En cualquier caso, asistimos al primer posado borrado de la historia de la Casa Real, si exceptuamos a Marichalar, éste sí, ejemplar en la hora de la defenestración.