El concierto arrancó con un aviso por megafonía de la colaboración de Kutxa en el evento y finalizó con el público puesto en pie, empuñando el iPhone de última generación a fin de grabar el ‘Andaluces de Jaén’. Y con esto ya está dicho todo, al fin y al cabo, también los feligreses de Riberas de Loyola acuden a una parroquia que comparte espacio con un supermercado. Antes de que alguien se me lancé al cuello, aclarar a asistí al concierto invitado y en condición de mero observador. A lo largo y ancho de tres horas, el enésimo anciano indignado lanzó sus exhortaciones, ahíto de apocalipsis por los cuatro costados: a la rebeldía juvenil -aunque luego salió al escenario su hija y parecía la Castafiore-,contra “el payaso de Chávez” -lo que desató la ira de parte de los parroquianos que asistían a la misa e incluso algunas deserciones-; a cambiar la ikurriña -demasiado inglesa-; a cambiar la denominación del Basque Culinary Center -demasiado colonialista-; y a evitar la lengua inglesa -en favor del castellano y el francés, idiomas nada imperialistas, si atendemos a los mapas de África y Latinoamérica-. Una vez más, el trovador fustigó al respetable sin compasión con sus peroratas en torno a la rama vasca de su árbol genealógico. Esta circunstancia le permitió parodiar un supuesto acento vasco, a lo Chomin de Regato, rematadas con el inevitable “pues” y seguido de carcajada, un tributo que el humor antifranquista rinde al humor franquista, quiero creer. Desde el punto de vista estrictamente ‘protesta’, lo peor de la transición es que estuvo a punto de acabar, enviando a unos cuantos al paro por agotamiento del modelo de negocio. Menos mal que nuestro viaje en el tiempo nos lleva directos de vuelta a la ponencia constitucional. En cuanto a la revolución permanente, lo que enamora es su carácter procastinador, íntimamente ligado al ‘vuelva usted mañana’. Y cuando ya parecía que nos íbamos a librar del ‘A galopar’, el público, compuesto a partes iguales por los restos de todos los naufragios ideológicos, hijos putativos del 68 y un importante contingente francés de fanáticos del pintxo, se mostró inflexible en este punto. Y así fue como el cantautor triunfó anoche sin cantar una sola canción de su puño y letra. Podéis ir en paz.