Tengo una noticia buena y otra mala: la buena es Iñaki, la mala, Oyarzabal. “Con esta prensa fatalista q inunda España d pesimismo cuesta más salir d la crisis,pero vamos a salir,sin su ayuda,pero saldremos”, aseguró esta semana en Twitter el secretario general de los ‘populares’ vascos y amplió ayer en ‘La noche en 24 horas’ que su evacuación se produjo tras reunirse con un grupo de pequeños empresarios. Oyarzábal pertenece a esa estirpe de políticos que nos han traído hasta aquí mediante el sencillo procedimiento de diagnosticar el estado del sector gimnasios yéndose a comer a un restaurante.

El dirigente popular cree que los medios de comunicación ofrecen una visión demasiado pesimista de la España de los 6,2 millones de parados, como si tal cosa fuera posible. En cualquier caso, desestima la posibilidad de que los empresarios le digan a él una cosa y a los periodistas, lo contrario. Al fin y al cabo, la sensación de que el Gobierno, con su presidente a la cabeza, son una recua de incompetentes se extiende allende nuestras fronteras e  incluso ha hecho metástasis en las filas de su propio partido.

Tras tirarse varios años acusando a ZP de ocultar primero y subestimar después las dimensiones de la crisis, lo que patrocina ahora el PP por boca de su secretario de Derechos y Libertades es que la prensa interprete ese mismo papel, pero bajo el mandato de Rajoy, quien por cierto, lleva media legislatura intentando insuflar un indesmayable optimismo mediante sucesivos anuncios de recuperación económica para algún trimestre del año, ya sabemos con qué resultados.

Jamás creí que iba a verme en el trance de decirle esto a un “liberal y reformista”, pero qué le vamos a hacer: si lo que Oyarzabal quiere es leer cada mañana noticias catastróficas enfocadas bajo un prisma positivo que se vaya a Cuba. Por el contrario, si sus aspiraciones van un poco más allá y lo que desea es que escuchar que se ha revelado como un gran político, que continúe su periplo noventa millas marítimas la norte y pruebe suerte en Miami.