Muy recuperado ya de su acento texano, Aznar compareció ayer en Antena 3 para dar voz a todos esos millones de votantes del PP descontentos con Rajoy, de cuya existencia no habíamos tenido noticia en año y medio, circunstancia que se explica por el hecho de que el ex presidente del Gobierno pasa el 70% de su tiempo fuera de España y el resto, en otro mundo.
En tanto Rajoy lidia con “la herencia recibida”, Aznar se faja con “la herencia legada”, un coro gospel formado por periodistas de primera fila que aclamaron desde la grada cada nombramiento de un gobierno que anoche fue enmendado a la totalidad por el turista de Quintanilla de Onésimo. En contra de la opinión de los ‘aznaristas’, Aznar sostiene que la gestión del Gobierno Rajoy es un despropósito. Sirva como ejemplo el tembloroso Paco Marhuenda, de cuyos balbuceos en plató nada de provecho se pudo extraer, al punto de que el periódico que con tanta dignidad dirige ha tenido que recurrir a una pregunta formulada por Gloria Lomana para alicatar su portada de hoy.
Tras reciclar el “váyase, señor González” en un “váyase, señor Rajoy”, Josemaría amenazó veladamente con regresar a la primera línea política si percibe desesperada a la España de los seis millones de parados, confiemos en que la clase media limite sus alaridos a las enseñanzas de Edvard Munch, esto es, al grito mudo. Aznar siempre hace frente a sus responsabilidades, aseguró, y por momentos pareció a punto de añadir: “No como otras, que se largan de spás a Portugal”.
En mitad de un programa informativo acaparado en régimen de exclusiva por los casos de corrupción perpertrados bajo su presidencia del Gobierno -de Urdangarin y las comunidades valencianas y balear a Bárcenas y la contabilidad B que supuestamente financiaba su partido-, Aznar alegó que si no vio nada de todo fue sencillamente porque no pasó . Al contrario, se aplicó con éxito a esa disciplina contemporánea que es la construcción de un ‘relato’ y ahí triunfó a lo Muñoz Molina. De hecho, si alguien quiere sabe qué pasó durante el ‘aznarato’ tendrá que a la lectura de ‘Crematorio’, por ejemplo.
Aznar salió triunfal de la entrevista: hizo que UPyD pareciera una extravagancia, retrató a Rajoy como el único resultado posible del trance de optar entre Rodrigo Rato y Mayor Oreja y apostaría a que ahora mismo sería el candidato más votado en las primarias del PSOE. A diferencia de la izquierda, que siempre emerge de un pasado en escombros, la derecha vive instalada en la permanente reivindicación de la nostalgia. Aznar cumplirá con su país, una razón más para apresurarnos a que no sea también el nuestro. Sólo aguarda a que la ocasión histórica esté a la altura de su propia leyenda. Y mientras espera el momento propicio para volver, se dedica a revolver.