“A la pregunta de si me siento más vasco que español o viceversa, respondí que se trata de una cuestión compleja, pero que no obstante, la mayor parte del tiempo siento más asco que cualquier otra cosa. ‘No obstante -añadí-, si veo a España desesperada no eludiré mis responsabilidades y, como siempre he hecho, estaré dispuesto a sentir aún mucho más’. Interrogado en torno a la necesidad de consensuar un suelo ético, me mostré conforme siempre que se urbanice a base de versátiles y dúctiles rascacielos japoneses que puedan afrontar con solvencia la intensa actividad sísmica de nuestras capas tectónicas. En cuanto al relato compartido, le auguré un destino similar al de la moneda única.

A la cuestión de si creo que la situación económica empeorará, mejorará o seguirá igual, contesté que sí, rehusando entrar en detalles, y a la de cómo valoro a la clase política de 1 a 10 -siendo 1 Rajoy y 10 Bárcenas-, repliqué que no soy ducho en tales temas, dada mi formación básicamente humanista, pero que mi estimación se sitúa en torno a la cifra que cuadriplica la tasa de alcohol en sangre permitida.

Tras preguntarme educadamente si dispongo de cinco minutos para contestar a unas breves preguntas y dejar yo meridianamente claro que no, proseguimos con la encuesta. Así, sobre un posible aumento de la presión fiscal me mostré indiferente, siempre y cuando las rentas del trabajo se equiparen a las del capital; sobre mi confianza en la justicia, recalqué que mucha; y sobre las instituciones mejor valoradas elaboré una extensa lista encabezada por la interminable lista de  ‘amigas entrañables’ de la monarquía, todas las cuales han sabido estar siempre a la altura de las circunstancias, anteponiendo sus intereses personales a los de su país. No obstante, marqué por precaución la casilla de ‘forzando indecisos’.

A continuación, la encuesta se interesó por mis principales preocupaciones, a lo que contesté que el matrimonio homosexual, el aborto y ETA, por ese orden, dejando la situación económica, Eurovisión y el aumento del desempleo para los últimos puestos. Finalmente, llegamos al quid de la cuestión: ‘¿Es usted partidario de la independencia? a) mucho; b) nada; c) poco; y d)bastante’, a lo que repuse que sin duda alguna y, además, por ese mismo orden precisamente.

Antes de acabar, fui invitado a valorar de cero a cien en nueve segundos la sinceridad con la que había respondido al interrogatorio, momento en el que me vi obligado a admitir que era algo difícil de decir, dado que apenas me había mojado los labios con una copita de cava. Le acompañé hasta la puerta y allí le pregunté cuándo saldrían los resultados de este magnífico y exhaustivo estudio demoscópico, a lo que me contestó que en la prensa dominical de la semana pasada, bajo el título de ‘El PP, al borde de perder la mayoría absoluta en Madrid'”.