La película ‘Interiores’ que Luis Bárcenas se encuentra rodando actualmente en la cárcel de Soto del Real debería ser de obligado visionado en todos los colegios del país. Frente al extravagantes teorías que impunemente se inculcan a los niños en torno a la falsa dicotomía entre lo que uno es y lo que uno tiene, la experiencia carcelaria del ex tesorero popular prueba de forma irrefutable que lo uno y lo otro no sólo son compatibles, sino incluso inseparables.

La frase “tiene ropa, tiene dinero, tiene de todo, muy buena gente”, pronunciada por uno de los dos miembros de la comunidad carcelaria capturados ayer por las cámaras, a su salida del centro por permiso, condensa más sabiduría que las obras completas del clan Punset. Expresiones como “es una persona majísima, un héroe” y “un hombre de puta madre” denotan una clarividencia y un exhaustivo conocimiento de la actualidad que ya quisieran para sí algunos tertulianos profesionales, por no hablar de una telegenia impropia de alguien que tan sólo ha posado previamente ante una cámara para ser retratado de frente y de perfil.

Hay que tomar las opiniones expresadas por los dos reclusos como lo que son: el testimonio independiente de quienes consideran que ha llegado la hora de la política mayúsculas, colocándose por encima de siglas y adscripciones ideológicas. Y si bien es cierto que uno de ellos admitió haber recibido un pantalón corto de Bárcenas, aún se sitúa a años luz de los trajes de Camps que, según sentencia judicial, tampoco consiguieron doblegar su voluntad o influir en su decisiones.

Lejos de consignas partidarias, la pareja de reos exhibió ese criterio independiente propio de quien jamás contrajo deudas políticas: lo mismo podrían haber dicho de Gil y Gil, Revilla, de Fabra o de Pujol hijo. Pura transversalidad puesta al servicio del bien común. En cuanto a los pantalones cortos, se trata de una prenda veraniega. Es probable que con la llegada del invierno Bárcenas -de quién tanto tendría que aprender la Agencia Tributaria en materia de recaudación- comience a repartir equipos de alpinismo entre la población reclusa. No deja de ser curioso que los delincuentes hayan sabido ver en Bárcenas ese compendio de virtudes que se les escapó a los ingratos compañeros de partido que le bautizaron como ‘Luis, el cabrón’.

Toda la suerte del mundo para la pareja de patibularios a la que tan sólo esta sociedad de estructura feudal, su deficiente sistema educativo y un arbitrario reparto de becas han privado de la oportunidad de llegar a tesoreros de alguna formación política. Que sepan que siempre habrá un hueco para ellos en cualquier plató de televisión a fin de que desarrollen su teoría de que la necesidad nos hunde en lo abyecto y que, al menos aquí y ahora, tan sólo la abundancia nos hace mejores personas.