Los periodistas no se responsabilizan de lo que escriben porque lo hacen al dictado; los locutores que no asumen lo que leen porque no lo han escrito ellos; los profesores imparten asignaturas en las que no creen pero que figuran en el programa docente; los facultativos prescriben tratamientos más baratos porque reciben directrices desde arriba; la jubilación se retrasa, la pensión mengua, vivimos en exceso; los empleados de banca venden productos que jamás suscribirían porque tienen instrucciones; los músicos tocan canciones que les aburren porque se las pide el público; los directores de cine defienden con ardor películas que les montó el productor; los gobiernos que no hacen lo que prometieron, sino lo que deben, porque las circunstancias mandan; los consejos de administración no creen que sea el momento de buscar culpables, sino de mirar hacia adelante; los tribunales se inhiben porque eso era función del legislador; la ciudadanía exige el endurecimiento de las penas en cárceles alejadas de su barrio; los ministros no rectifican porque todo ha sido un malentendido; el comisario europeo lo siente mucho, pero el intérprete le malinterpretó; el intérprete lamenta que la prensa no recogiera sus palabras exactas; los fabricantes venden obsolescencia programada porque no se puede detener la producción; el policía carga porque se lo ordenan desde comisaría; los inversores obedecen a las leyes del mercado; los republicanos aceptan el Príncipe de Asturias en reconocimiento al gran papel jugado por la Monarquía; los socialistas son republicanos, pero ahora no es el momento; los liberales suben los impuestos por imperativo de Bruselas; el diputado vota lo que le ordena su grupo parlamentario; el intelectual no se percata de nada porque observar la realidad le produce aflicción; las facturas se emiten sin IVA porque así todos contentos; cualquier cosa está permitida porque todos lo hacen.