Intelectual 1: “Incapacitado para la obediencia, no me produce ningún placer el mando. Lo ejerzo sin entusiasmo, únicamente durante periodos breves y cuando es claramente indispensable. Es fácil imaginar, dicho todo esto, qué clase de soldado sería (…) En caso de guerra (y me parece que es lo que hay que considerar en última instancia, tratándose de compromiso), lucharía poco y mal (…) Y con la mayor simplicidad, a la primera oportunidad me escaquearía. Me uniría a la vasta tropa de los que han esperado, sin atreverse a decirlo, que los otros ‘dejen de hacer el idiota’. De los tipos a los que les dejan indiferentes la democracia, Chechenia o el País Vasco”.
Intelectual 2: “Descalifica la hipótesis de que hay guerras más justas que otras o de que, ante la abyección extrema, cuando es la idea de lo humano lo que está en juego y ya no existe otra opción para salvarla, hay violencias que conviene (…) hacer que se impongan y prevalezcan. Dicho de otra forma, la anécdota no toma partido entre el mal absoluto que es el nazismo y esta violencia de reacción, esta resistencia como último recurso, que no es un fin en sí misma, que sólo trata de frenar lo peor, y además la anécdota confunde, de paso, uniéndolos bajo la dudosa bandera de los ‘promotores de guerras’, que ‘toman las armas por la causa que sea, a los independentistas vascos (que son, como a usted no se le escapa, terroristas sin escrúpulos, asesinos de civiles, dinamitadores de una verdadera democracia) y a los chechenos (que, como tampoco se le puede escapar, sólo en contadísimas ocasiones han sucumbido a la tentación del terrorismo y, sin embargo, son objeto de una guerra total, prácticamente exterminadora, desencadenada por un presidente kagebista que ha jurado ‘liquidarles’ hasta el último e ir a buscarles, si hace falta, ‘hasta en los retretes'”.
Intelectual 1: “Apenas me convence la distinción que hace usted entre chechenos y vascos. Los vascos (algunos vascos) creen importante tener un Estado vasco independiente; han combatido bajo el régimen de Franco, han seguido luchando bajo los diversos gobiernos españoles que se han ido sucediendo. ¿En qué, por el hecho de que ahora se enfrentan con una democracia, habría cambiado la naturaleza de su causa? (…) ¿En qué se basa, exactamente, la legitimidad de una nación? ¿En la antigüedad? ¿En una voluntad común? Me lo pregunto. Si es una voluntad común, no comprendo por qué no se utiliza más a menudo ese medio tan sencillo que es el referéndum de autodeterminación. En el caso de …, por ejemplo, apenas cabría duda sobre el resultado. ¿Y en el caso del País Vasco, de Chechenia, de Flandes? Confieso que lo ignoro totalmente”.
*Este intercambio de opiniones entre dos ¿intelectuales? -sea lo que sea eso- data de hace exactamente seis años. A ver si algún lector es capaz de identificar a los dos interlocutores.