La diferencia entre los sindicatos y las organizaciones empresariales es que las segundas siempre se mantienen fieles a sí mismas y, pase lo que pase, jamás se traicionan. Cuesta imaginar hasta qué punto habrían de llegar las medidas de presión por parte de los trabajadores de una empresa para conseguir que ésta consintiera en ampliar de golpe la plantilla en nada menos que un 10%: No obstante, la dirección de EiTB ha conseguido lo contrario en sus emisoras de radio con tan sólo invocar en falso la palabra “euskera”. Y lo ha hecho con la complicidad de los representantes de los trabajadores que, abdicando de su obligación, han colaborado en sembrar el desasosiego en aquéllos a quienes en toda circunstancia deberían limitarse a defender. Incluso con ardor, si no es mucho pedir.
Cabe preguntarse qué prodigiosos contenidos radiofónicos planea desarrollar a partir de ahora el ente público que no puedan acometer los 79 trabajadores – entre ellos, algunos titulares del EGA y algún columnista del único diario en euskera existente- que hasta ahora han venido proporcionándoselos. Por otra parte, resulta desolador que un adelgazamiento de plantilla ejecutado con toda la crudeza sea examinado detenidamente con incredulidad por los fans del sindicato de clase y de la izquierda transformadora en general, como nunca lo hicieron antes y a la caza de argumentos peregrinos que expliquen lo inexplicable: la felonía. Rogaría encarecidamente que cualquier intento de persuadir de la ejemplaridad del comportamiento sindical en el consejo de EiTB estuviera exclusivamente dirigido a convencer al empresariado vasco. Si fuera uno de sus miembros, nada me gustaría más que sentarme a negociar frente a frente con uno de sus enlaces. Más que nada, por la escandalosa oportunidad de sacarle los colores que me brindaría.