La izquierda española ya sería la más fragmentada de Europa incluso en el caso de que el único partido político disponible en ese target fuese el PSOE. Gracias a la irrupción de Podemos, nos disponemos a asistir a un remedo de ese deplorable espectáculo que ofrecen algunos cincuentones que, tras separarse de su cónyuge, se sumerjen en un bucle de solariums, gimnasios y severas dietas de adelgazamientos que incluyen cremas para el cutis y tintes para el cabello. Los congresos extraordinarios amenazan con resultados espeluznantes. Frente a la tentación de la coleta, surge la inmortal contraseña de Mortadelo y Filemón: “Todos los calvos con melena son tontos y dan pena”.

Por otra parte, a quienes menosprecian el poder de la televisión como plataforma de lanzamiento habría que recordarles que en este país no se han celebrado unas solas elecciones a las que no concurrieran todo tipo de formaciones totalmente extraparlamentarias más o menos extravagantes con un programa electoral calcado al que Pablo Iglesias defiende con el brazo izquierdo desmayado tras el butacón. Sucede que ninguno de ellos tuvo nunca la ocasión de polemizar en la pequeña pantalla con cargos electos. Por otra parte, está empíricamente demostrado que el tiempo ha corrido a favor de Podemos. Si la formación que ahora mismo ha desplazado a EH Bildu del centralidad a la hora de provocar tantos desvelos hubiese concurrido a las Europeas tras un par de años de gestión en las instituciones es posible que otro gallo le hubiera cantado. En la política como en el amor -dos actividades profundamente desprestigiadas-, el halo de misterio funciona como un irresistible imán. Los apenas cuatro meses con los que ha contado el nuevo partido para presentarse en sociedad, lejos de ser un handicap, han sido una ventaja.

En cuanto al incierto futuro, sostengo que al igual que los más revolucionarios de las acampadas del 15-M no fueron quienes las montaron, sino quienes al terminar se quedaron a recogerlas, Podemos será lo que tenga que ser una vez que nos haya decepcionado por primera vez. Su propia denominación es ya una declaración de principios por cuanto si realmente es cierto que Podemos -pueden-, no hay excusas para no hacerlo.