No habían pasado veinticuatro horas desde el primer contagio de ébola diagnosticado fuera de Europa, en la persona de una enfermera de Madrid, y ya su perro se había hecho un hueco en la actualidad. El personal sanitario denuncia que apenas recibió cuarenta minutos de instrucción sobre los protocolos para tratar con infectados por este virus antes de que se les lanzara a la habitación de los infecciosos. En todo caso, es más tiempo del que los tertulianos han dedicado al estudio de la enfermedad y sus formas de transmisión, no digamos nada del que los consumidores han invertido en informarse. De toda esta catarata de datos, tan sólo podemos extraer una conclusión: en medicina, el ‘todo’ y el ‘nada’ son licencias literarias, infiltraciones del lenguaje poético en la terminología científica. Dado un país como España, ni siquiera me atrevería a asegurar con total certeza que la enfermera infectada realmente lo esté. Puede que los frascos se han mezclado y que el portador de los virus esté de compras en Callao. Aquí hay forenses que han confundido los huesos de un ser humano con los de una alimaña. Se nos ha recalcado que en materia de infecciones, el 0% y el 100% no existen. Por otra parte, es probable que convenga sacrificar a ‘Excalibur’, no por que el can haya contraído el virus, sino ante el riesgo de que lo haya contraído y los análisis den negativo.
Algún día nos reiremos de todo esto, la próxima semana o la siguiente si tuviera que aventurar una fecha. La experiencia acumulada demuestra que si bien la sensación de apocalipsis es permanente, los motivos cambian. La sospecha de que el mundo se acaba se ha constituido en una forma de alivio. Un día es la crisis económica, al otro, el terrorismo internacional y al siguiente, las insostenibilidad del sitema de pensiones. Muy virulento ha de ser el brote de ébola como para que no quede sepultado por nuevas calamidades en un plazo más o menos breve. Llegará el momento en el que estaremos plenamente convencidos de que matar a ‘Excalibur’ nos salvó la vida. En cuanto al ébola, España será el Stalingrado de todo el conocimiento científico acumulado en torno al virus.