1) La comunidad festivalera iraní, junto con el jurado de la Sección Oficial y el director del Zinemaldia, se concentró ayer de verde frente al Kursaal para protestar contra la política del presidente de la república islámica, Mahmud Ahmadineyad, un hombre que si ha cometido fraude electoral, ha sido exclusivamente cumpliendo las órdenes que Alá le transmitió a través del profeta.
2) La concentración, según comentaban ayer en TeleDonosti, ha suscitado una vez más una nueva entrega del famoso debate en torno a la conveniencia o no de mezclar cultura y política. Como si fuera posible la una sin la otra. Como si fuera deseable.
3) A diferencia de lo que sucede con el sufrido pueblo iraní, el jurado de la Sección Oficial es soberano y sus decisiones, inapelables. Lo que se conoce como no tener que rendir cuentas ante nadie. Mañana proclamará su decisión y de seguido, partirá raudo.
4) La rumorología de corte más fatalista ya apunta a que se premiará a una de las películas francesa y puede que también a la iraní. En el primero de los casos, ell lobby franco-argentino lo celebrará, sobre todo, si la agraciada es la del amigo Dumont.
5) Ante todo, máxima libertad. Que galardonen a quien les parezca mejor. Faltaría más, Tan sólo una esperanza: que en cualquiera de los casos, nos ahorren los discursos explicativos en plan “es que no es uno el que elige las películas, sino que son éstas las que le eligen a uno”.